El Gobierno nacional formalizó el recambio en la conducción de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) con el Decreto 905/2025: allí se acepta la renuncia de Germán Guido Lavalle y se designa a Martín Eduardo Porro como nuevo presidente del organismo. La comunicación oficial remarca que la designación se inscribe en los lineamientos de la nueva Secretaría de Asuntos Nucleares dentro del Ministerio de Economía, y que Luis Rovere continuará acompañando la gestión como vicepresidente.
La lectura inmediata tiene un componente político y un componente operativo. La CNEA, además de ser ciencia, también es infraestructura crítica, cadena de suministros, proyectos de gran envergadura y coordinación con un ecosistema industrial y regulatorio. Por eso, quién la conduce indica las prioridades del Gobierno: ¿se viene una etapa más enfocada en ejecutar y consolidar proyectos, o en redefinir el rumbo del organismo?

¿Quién es Martín Porro?
Martín Porro es ingeniero químico graduado de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), con posgrado en Gestión de Proyectos (PMI) y formación específica en operación de reactores. El comunicado oficial destaca que acumula más de 30 años de trayectoria en el ámbito nuclear y energético, con experiencia en construcción, puesta en marcha, operación, mantenimiento y gestión de instalaciones nucleares. A eso se suma su recorrido en la conducción de proyectos vinculados al desarrollo tecnológico y productivo del sector.
Dentro de la propia CNEA, se lo ubica en roles vinculados a operación de reactores de investigación, puesta en marcha de centrales nucleares y gestión de sistemas críticos. Y en lo terrenal de la gestión, el período de 2019 a 2024 lo muestra coordinando programas de energía y eficiencia energética, articulando con provincias y municipios e implementando políticas de alcance federal.
Hasta su nombramiento, ocupaba un rol importante en la industria asociada. Fue Gerente de Producción de Dioxitek S.A., una empresa estatal del sector nuclear argentino dedicada a la producción de dióxido de uranio de grado nuclear, un insumo clave para la fabricación de combustible, y también de fuentes selladas de cobalto-60 con aplicaciones médicas e industriales. Allí estuvo a cargo de la planificación y coordinación de esas plantas productivas, impulsando mejoras que, según la comunicación oficial, llevaron a niveles históricos de producción.
Proyecciones: ¿qué rumbo podría imprimirle a la CNEA?
Porro llega con una biografía completa, muy ligada a operación, puesta en marcha, sistemas críticos y producción. Eso suele traducirse en una gestión que prioriza cumplimiento, confiabilidad, indicadores, y hacer que las cosas funcionen en el día a día.
Lo primero que se puede esperar es más énfasis en ejecución y consolidación de proyectos en curso. El comunicado oficial dice que la etapa estará orientada a “potenciar capacidades”, “incentivar nuevas inversiones” y “consolidar proyectos” mientras se fortalece la cooperación sectorial y la proyección internacional. Si ese es el objetivo, es razonable esperar que se prioricen los proyectos maduros, y se empuje una agenda hacia resultados tangibles.
Por otro lado, puede esperarse un mayor interés sobre insumos estratégicos y la cadena productiva. Su paso por Dioxitek sugiere sensibilidad por el backbone industrial que sostiene al sector. Eso podría traducirse en decisiones orientadas a enriquecer las cadenas de abastecimiento, las capacidades de planta, la calidad y la escalabilidad.
Finalmente, otra línea posible es la de cooperación y federalización operativa, por su reciente experiencia en programas de energía y eficiencia con articulación federal. Tal vez se avecine una CNEA con más énfasis en coordinación con provincias y municipios y en proyectos con implementación territorial.
Lo que no se puede afirmar es el cómo: prioridades, presupuestos, líneas específicas. Para eso hacen falta definiciones públicas adicionales, como un plan de gestión, los primeros nombramientos, y anuncios sobre financiamiento y metas.
La frase que define el tono de la etapa que empieza
En el cierre del comunicado oficial, el Gobierno enmarca el nombramiento como parte de una política nuclear basada en “calidad, experiencia operativa y planificación estratégica”. Si esa tríada se materializa, el sello Porro podría ser menos épico y más de gestión, con orden, ejecución y resultados concretos. En ese marco, la CNEA quedaría llamada a demostrar impacto local e internacional, sin correrse de su lógica de industria estratégica.
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