En los campos de arroz y selvas de Camboya, un enemigo invisible sigue al acecho décadas después del fin de la guerra. Millones de minas terrestres enterradas durante un largo y sangriento conflicto que se extendió desde fines de los años 60 hasta casi el 2000 permanecen ocultas bajo tierra. Hoy, un aliado inesperado está ayudando a detectarlas: imágenes tomadas por satélites espía estadounidenses durante la Guerra Fría están revelando pistas clave para ubicar los antiguos campos minados.

Se estima que más de 10 millones de explosivos, entre minas antipersonales, antivehículos y municiones sin detonar, fueron esparcidos por todo el país. Muchas aún permanecen activas. Desde que cesaron los combates, más de 20.000 personas murieron por accidentes con minas, y otras 45.000 resultaron heridas. Aunque el conflicto terminó hace más de dos décadas, las víctimas siguen sumándose.

Tecnología del pasado, soluciones para el presente

En esta misión por desactivar el legado de la guerra trabaja desde hace décadas The HALO Trust, una organización humanitaria especializada en desminado.

Su tarea es ardua. Avanzan terreno por terreno, con detectores de metal en mano, sobre zonas que muchas veces no están correctamente cartografiadas. ¿El gran desafío? No siempre saben por dónde empezar.

“La información sobre dónde se colocaron minas durante el conflicto no fue registrada. Se minaban zonas, la gente se iba… y con el tiempo se olvidaba”, explica Tobias Hewitt, director de HALO Trust en Camboya.

Buscando nuevas formas de acelerar el trabajo, el equipo decidió dar un giro inesperado: recurrir a imágenes satelitales tomadas por Estados Unidos en los años 70 y 80. Se trata de fotografías capturadas por los satélites espías del programa HEXAGON, operado por la Oficina Nacional de Reconocimiento (NRO).

Estos satélites utilizaban rollos de película física, que eran devueltos a la Tierra en cápsulas. Recién en 2011, unas 30.000 imágenes fueron desclasificadas y puestas a disposición pública.

Imágenes satelitales Camboya
Una imagen del programa Hexagon del ejército estadounidense muestra dónde solía haber un camino en Camboya en la década de 1970. Fuente: HALO.

Cómo ayudan las fotos satelitales

Al superponer estas imágenes antiguas con mapas modernos el equipo de HALO logró detectar caminos, aldeas y otras infraestructuras que hoy ya no existen, pero que en su momento fueron puntos clave donde se instalaban minas.

“Los viejos caminos son muy reveladores”, dice Hewitt. “Ahí es donde solían colocar la mayoría de las minas, y muchos de esos trazados hoy están cubiertos de vegetación o fueron abandonados”.

Esto cobra especial relevancia porque, con el crecimiento económico de Camboya, muchos campesinos están comenzando a utilizar maquinaria pesada, como tractores, para trabajar la tierra. Y eso agrava el problema.

Minas silenciosas durante décadas

Hay dos tipos principales de minas en Camboya: las antipersonales, que explotan con muy poca presión, y las antivehículos, que pueden pasar desapercibidas durante años. Estas últimas no se activan con una pisada, pero sí con el peso de un tractor moderno.

“Antes, se trabajaba la tierra a mano, y quizás pasaban años sin que una mina explotara. Pero ahora, con el uso de maquinaria, se activan minas que estaban dormidas desde hace décadas”, advierte Hewitt.

Priorizando zonas críticas

Gracias a este cruce de datos entre imágenes históricas y tecnología moderna, HALO Trust logró identificar zonas prioritarias en el oeste de Camboya, donde el riesgo de encontrar minas es alto. A partir de allí, los equipos realizan estudios de campo para verificar la información.

“Sin estas herramientas, tendríamos que limpiar todo el territorio sin saber por dónde empezar. Hoy podemos enfocar los recursos en los puntos más peligrosos”, destaca Hewitt.

Desde que comenzaron los trabajos de remoción en los años 90, se han limpiado unos 3.100 kilómetros cuadrados de terreno contaminado con explosivos. Pero todavía quedan unos 470 kilómetros cuadrados por revisar, una superficie equivalente a casi 22 veces la ciudad de Buenos Aires.

El objetivo del gobierno camboyano es ambicioso: declarar al país libre de minas para el año 2030.

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