En plena cordillera de los Andes, la provincia de San Juan fue elegida como futura sede de HERON (Hybrid Elevated Radio Observatory for Neutrinos), un nuevo observatorio internacional diseñado para detectar neutrinos astrofísicos de ultra-alta energía. Los neutrinos son partículas extremadamente difíciles de capturar, pero capaces de aportar información directa sobre algunos de los procesos más violentos del Universo. La iniciativa fue presentada en una reunión con autoridades provinciales, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología de la Nación.
El mayor impulso para el proyecto llegó desde el Consejo Europeo de Investigación (ERC). HERON recibió un financiamiento de 14 millones de euros a través de la convocatoria Synergy Grant 2025, que seleccionó 66 proyectos entre 712 propuestas. Ese respaldo permitirá iniciar en los próximos meses la optimización del diseño final del instrumental y del sistema de adquisición de datos. La construcción del observatorio se daría en los años siguientes.

Una pieza clave para la astronomía “multi-mensajera”
Los neutrinos no tienen carga eléctrica y casi no interactúan con la materia. Esa combinación los vuelve esquivos, pero también les da un gran valor, ya que pueden atravesar galaxias sin desviarse ni contaminarse en el camino. Así, su dirección de llegada apunta con precisión hacia la fuente que los generó.
La astronomía de “mensajeros múltiples” busca entender los fenómenos más extremos del universo combinando distintas señales que llegan a la Tierra, como son los destellos de rayos gamma, las ondas gravitacionales, los rayos cósmicos y los neutrinos. En ese contexto, detectar neutrinos en el rango de energías más altas ayudaría a reconstruir con más precisión qué procesos violentos los produjeron, como fusiones de estrellas de neutrones o de agujeros negros, o episodios intensos de magnetares jóvenes.
Un diseño híbrido de radio, pensado para la montaña
La propuesta tecnológica de HERON se basa en un enfoque híbrido que combina dos técnicas de radio complementarias. Por un lado, prevé 24 estaciones compactas elevadas, instaladas a unos 1000 metros, con un arreglo de 24 antenas en fase. Por el otro, suma un conjunto más amplio de 360 estaciones autónomas, más dispersas, que operarían entre los 500 y 1500 metros de altura.
La idea es captar señales de radio extremadamente débiles asociadas a las cascadas de partículas que se generan cuando neutrinos interactúan en las cercanías de la cordillera.
Las 24 estaciones compactas en altura están pensadas para mejorar la sensibilidad. Al combinar varias antenas como si fueran un único receptor más grande, el sistema puede distinguir señales que, en una antena sola, quedarían enterradas en el ruido. La altura además amplía el horizonte de observación y reduce obstrucciones del terreno, lo que aumenta el volumen de atmósfera/cordillera visible para el detector.
Las 360 estaciones autónomas más dispersas están pensadas para cubrir una superficie enorme y medir la geometría del evento. Cuando una lluvia de partículas genera una emisión de radio, esa señal ilumina una zona amplia. Tener muchos puntos separados permite registrar cómo llega la señal a distintos lugares y en qué tiempos, y con eso reconstruir mejor el evento (por dónde vino, qué trayectoria tuvo y qué tan energético fue).
Por su parte, la elección del sitio se debe a que HERON requiere una topología del tipo valle ancho y largo entre dos cadenas montañosas. En ese esquema, una de las montañas funciona como blanco para que el neutrino produzca una lluvia de partículas, mientras la otra ofrece laderas y alturas donde ubicar los detectores.
A eso se suma la necesidad de baja contaminación electromagnética: poco ruido de radio de origen humano que enmascare las señales buscadas.

Participación argentina y hoja de ruta
Argentina, a través de la CNEA, impulsa la instalación en San Juan, articula con el gobierno provincial y aporta el equipo científico–técnico que va a diseñar, construir, integrar y operar parte central del instrumental.
Esa participación se apoya en capacidades ya instaladas en el país. Grupos como ITeDA (dependiente de CNEA–CONICET–UNSAM) y el Instituto Balseiro aportan especialistas en detección y astropartículas, con experiencia previa en infraestructura grande y trabajo de campo en sitios exigentes.
En paralelo, las instituciones de Europa y Estados Unidos suman financiación y know-how, pero el observatorio se construye en Argentina y una parte importante de la ingeniería y la operación cotidiana va a quedar anclada acá.
El cronograma planteado apunta a un proceso de seis años para optimizar el diseño, construir e instalar las estaciones y, finalmente, poner en marcha el observatorio, con la ambición de convertirlo en una infraestructura de referencia para la astrofísica de partículas. Si cumple sus metas, HERON podría transformar a la cordillera sanjuanina en un nuevo punto de escucha del cosmos: uno dedicado a las partículas que casi nunca dejan huella, pero que cuando lo hacen, cuentan una historia difícil de conseguir por cualquier otro medio.
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