Hace algunas semanas, la noticia de que Perseverance, el rover de la NASA, había detectado posibles signos de vida en una roca de Marte sacudió a la comunidad científica y al mundo entero. Hoy, con análisis más detallados, el debate sigue abierto. ¿Estamos frente a la mejor pista hasta ahora de una biofirma marciana o ante otra huella intrigante que aún no alcanza para confirmar la existencia de vida?
El hallazgo ocurrió en un antiguo delta fluvial del cráter Jezero, donde el rover se encontró con una roca bautizada “Cascadas Cheyava”. En su superficie aparecieron manchas claras rodeadas de material oscuro, un patrón conocido en la Tierra pero poco común en Marte.
La primera hipótesis apuntó a procesos geológicos, rocas ricas en hierro expuestas a calor o ambientes ácidos. Sin embargo, esas condiciones no estaban presentes en la zona, lo que obligó a considerar otra explicación más audaz: procesos vinculados a la vida.
El análisis de la muestra reveló hematita, un óxido de hierro que se forma en agua líquida, y minerales como vivianita (fosfato de hierro) y greigita (sulfuro de hierro). En la Tierra, ambos aparecen asociados a microorganismos, ya que funcionan como fuentes de energía biológica. También se detectó material orgánico en los sedimentos de arcilla, aunque el instrumental del rover no permite identificar de qué moléculas se trata.
“Es posiblemente la mejor evidencia que tenemos hasta ahora de vida microbiana en el Marte primitivo”, señaló Oleg Abramov, del Instituto de Ciencias Planetarias. De todos modos, remarcó que sigue siendo un indicio y no una confirmación definitiva.
Ecos del pasado: el meteorito ALH84001
El entusiasmo por el descubrimiento actual recuerda al revuelo de 1996, cuando un grupo de la NASA afirmó haber hallado microfósiles en el meteorito marciano ALH84001, encontrado en la Antártida. Sin embargo, pronto se demostró que procesos inorgánicos o contaminación podían explicar las mismas señales.
Abramov reconoce que no se puede descartar del todo un origen biológico, pero admite que en retrospectiva “probablemente se le dio más importancia de la debida”. La lección, dice, es presentar los hallazgos con cautela, reconociendo la ambigüedad inherente.
Otra biofirma en debate son las columnas de metano detectadas desde 2003 por telescopios, sondas orbitales y los rovers Curiosity y Perseverance. El gas existe, pero su origen sigue sin resolverse. En la Tierra, la mayor parte del metano se produce por actividad biológica, aunque también puede generarse por procesos geológicos, como la serpentinización: una reacción química entre agua, dióxido de carbono y minerales ricos en hierro y magnesio, como el olivino.
En Marte, el metano se destruye rápidamente por radiación ultravioleta, lo que implica que debe haber una fuente activa. ¿Es biológica o geológica? Todavía no hay respuesta.
Más allá de Marte: Venus y exoplanetas
La búsqueda de biofirmas no se limita al planeta rojo. En 2020, un equipo encabezado por Jane Greaves informó la detección de fosfina en la atmósfera de Venus, un gas que en la Tierra solo se produce por procesos biológicos. La afirmación fue muy discutida y hasta ahora no se logró una confirmación sólida.
Algo similar ocurrió con el exoplaneta K2-18b, donde el telescopio James Webb habría detectado sulfuro de dimetilo, otra molécula asociada a la vida. Pero la señal está al límite de lo observable, y habrá que esperar futuros telescopios para corroborarla.
La clave podría estar en las muestras ya recolectadas por Perseverance. El rover selló fragmentos de roca de las Cascadas Cheyava para que una futura misión los transporte a la Tierra. Allí podrían analizarse con equipos de laboratorio capaces de buscar microfósiles o confirmar la presencia de minerales biogénicos.
“Traer esas muestras a la Tierra será nuestra mejor oportunidad de entender qué está ocurriendo”, insiste Abramov. Pero también advierte: “incluso con las mejores herramientas, es probable que nunca tengamos una respuesta definitiva. Lo que vemos hoy son rastros tenues, huellas de un pasado remoto que quizá nunca logremos reconstruir por completo”.
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