La Agencia Espacial Europea (ESA) advirtió que la carrera por que Europa gane escala en la industria satelital no puede resolverse a costa de crear un monopolio que limite opciones. La advertencia llega en un momento clave: Airbus, Leonardo (Italia) y Thales (Francia) —los únicos fabricantes europeos capaces de entregar sistemas espaciales completos— mantienen negociaciones para fusionar sus divisiones.

El proyecto busca conformar una empresa conjunta valuada en US$ 11.680 millones, con el objetivo de competir frente a actores de peso como Starlink, de Elon Musk, y los programas espaciales de Estados Unidos y China. Se estima que un acuerdo preliminar podría alcanzarse antes de fin de año.

En ese contexto, el director de Operaciones de la ESA, Rolf Densing, reconoció que la consolidación podría darle a Europa la “masa crítica de negocio” que necesita. Sin embargo, advirtió que “tener solo un proveedor en el futuro no es muy útil”.

La ESA, principal cliente institucional de satélites en Europa, tendrá un rol clave en la evaluación del proceso. Su postura será considerada cuando la Comisión Europea estudie la operación, dado que este organismo tiene la potestad de bloquear fusiones si las considera anticompetitivas.

Europa, entre la autonomía y el monopolio

Más allá del negocio satelital, Rolf Densing remarcó que Europa todavía depende de terceros para enviar astronautas al espacio. En su visión, el continente debe avanzar hacia misiones plenamente independientes, sin recurrir a proveedores externos en componentes o servicios críticos.

El contexto internacional refuerza esa necesidad. “Antiguos buenos socios ahora están en guerra”, señaló, aludiendo al escenario geopolítico actual. “La NASA probablemente hoy no es lo que era hace un par de años”.

El funcionario también subrayó que la creciente militarización del espacio convierte a la autonomía tecnológica en una cuestión estratégica. “Estoy convencido de que el futuro de la defensa está en el espacio. O al menos de que el espacio juega un papel importante en él”, sostuvo.

El desafío europeo no se limita entonces a lograr escala industrial. También exige evitar una concentración excesiva que restrinja la diversidad de proveedores y, en última instancia, comprometa la soberanía tecnológica del continente.

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