En una presentación interna ante unos 3000 contratistas de defensa en Huntsville, Alabama, el Pentágono reveló detalles del Golden Dome for America, el ambicioso sistema antimisiles que combinaría capacidades espaciales y terrestres para proteger a Estados Unidos.

Según los documentos filtrados a la prensa, el Golden Dome contempla cuatro capas de defensa. La primera capa estaría el espacio, compuesta de sensores e interceptores orbitales, y se dedicaría a la detección, seguimiento y guiado, con capacidad para interceptar misiles en las fases más tempranas de vuelo. Las otras tres capas, en tierra, estarían equipadas con interceptores, radares y láseres de alta potencia. También se prevé la instalación de 11 baterías de corto alcance, distribuidas estratégicamente en el territorio continental, Alaska y Hawái.

Con un presupuesto que ronda los US$ 175.000 millones y la mira puesta en 2028 para su entrada en servicio, el proyecto enfrenta todavía incógnitas sobre el número definitivo de infraestructuras, lanzadores e interceptores que requerirá.

Golden Dome America Donald Trump
El ex vicejefe de Operaciones Espaciales de la Fuerza Espacial, Michael Guetlein, y el presidente Donald Trump en la Oficina Oval de la Casa Blanca. Fuente: REUTERS.

Retos y alianzas del Golden Dome, el escudo de cuatro capas

A pesar de los avances, el Golden Dome enfrenta retos significativos. Entre ellos la latencia en la cadena de comunicaciones durante un ataque, un factor crítico para la coordinación entre las distintas capas de defensa. En el desarrollo participan gigantes del sector como Lockheed Martin, Northrop Grumman, RTX y Boeing. Sin embargo, sorprende la ausencia de SpaceX en los documentos filtrados, pese a que había presentado propuestas en alianza con Palantir y Anduril.

El Pentágono asegura que la iniciativa recibe aportes de la industria, universidades, laboratorios y otras agencias, pero considera “imprudente” revelar más datos en esta etapa. Uno de los objetivos clave es lograr interceptar misiles en su fase de impulso, cuando son más lentos y predecibles, lo que exige interceptores espaciales capaces de resistir el intenso calor de la reentrada, un tipo de tecnología que Estados Unidos aún no ha producido.

En el último escalón defensivo, se prevé una combinación de radares de nueva generación con sistemas ya probados, como el Patriot, y un lanzador modular adaptable a interceptores actuales y futuros. Estos módulos, móviles y reubicables, permitirán un despliegue rápido y reducirán la dependencia de emplazamientos fijos.

El proyecto está bajo la dirección Michael Guetlein, anterior vicejefe de Operaciones Espaciales de la Fuerza Espacial. Guetlein dispone de 30 días para conformar su equipo, 60 para presentar un diseño preliminar y 120 para entregar un plan detallado con la configuración de satélites y estaciones terrestres.

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