La misión china Chang’e 6 trajo a la Tierra las primeras muestras de regolito basáltico recolectado en lado oscuro de la luna, y los resultados del análisis ya comenzaron a dar que hablar. Al parecer, confirman que la Luna nació de un impacto colosal.
El secreto que esconde el lado oscuro de la Luna
Chang’e 6 aterrizó en la cuenca Aitken del Polo Sur lunar en junio de 2024, y trajo a la Tierra 2 kg de regolito basáltico. Se trata de la primera vez en la historia que se recupera material del lado oscuro de nuestro satélite.
Según un estudio publicado en la revista Nature, los datos obtenidos refuerzan la hipótesis de que la Luna se formó hace unos 4.500 millones de años, tras el choque de un protoplaneta del tamaño de Marte contra la Tierra primitiva. El impacto habría lanzado una enorme nube de escombros al espacio, que luego se aglomeró dando origen al satélite que hoy nos acompaña.
Pero hay algo más. Las muestras recogidas por Chang’e 6 muestran que el manto debajo de la cara oculta tiene menos agua que el de la cara visible. Este contraste profundiza el enigma sobre por qué las dos mitades lunares son tan diferentes, no solo en apariencia, sino también en composición interna.

Menos agua, menos torio y un origen desigual
El equipo liderado por Hu Sen, del Instituto de Geología y Geofísica de la Academia China de Ciencias, midió la cantidad de agua en el manto lunar a partir de las muestras de basalto. Este regolito fue extraído del fondo de la cuenca Aitken, un gigantesco cráter de 2.500 km de diámetro, de los más grandes del Sistema Solar. La cantidad estimada de agua en la fuente magmática que dio origen a esas rocas varía entre 1 y 1,5 microgramos por gramo de muestra (μg/g).
Este valor es muy inferior al registrado en las muestras traídas por las misiones Apollo desde la cara visible. Allí, el contenido hídrico alcanza los 200 μg/g, según la zona. “Nuestra estimación concuerda con los modelos que predicen un límite máximo de 10 μg/g para el manto lunar”, explicó Hu.

Una de las claves para entender esta diferencia es la distribución de torio. Tanto el torio como el agua permanecen en el magma durante la fusión del manto y no forman minerales sólidos, por lo que su abundancia en la superficie funciona como indicador indirecto del contenido hídrico en el interior.
Mientras que la cara visible, marcada por antiguos impactos y flujos de lava, es rica en torio, la cara oculta es mucho más pobre, salvo en excepciones como la cuenca SPA, donde el impacto habría permitido el ascenso de magma desde las profundidades.
Dos lunas en una
La hipótesis del impacto gigante se ve fortalecida por esta asimetría. Si la cara oculta tiene menos agua, podría deberse a que el material que la formó provenía de una zona más profunda y seca, excavada por el impacto.
Esta diferencia podría explicar la “dicotomía” que presentan ambas mitades, tanto en contenido hídrico, como también en topografía, edades superficiales, actividad volcánica y tipos de roca.
“Creemos que esta distribución desigual del agua en el manto lunar es consecuencia directa del impacto que formó la cuenca SPA”, señaló Hu.
Sin embargo, los expertos no descartan otras posibilidades. Quizás el agua se distribuyó de manera progresiva con el tiempo, con un manto más profundo y antiguo naturalmente más seco que las capas superiores formadas después.
Sea como sea, la cara oculta de la Luna sigue revelando pistas cruciales sobre el origen y la evolución del sistema Tierra-Luna. Y gracias a Chang’e 6, ahora contamos con una nueva ventana para explorar ese pasado violento y fascinante.
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