En una de sus últimas apariciones ante el Capitolio, el subsecretario de Defensa de EE.UU. para la política espacial, John Plumb, hizo una alarmante advertencia: “China ha desarrollado satélites robóticos que se pueden usar con fines militares”.

No es ninguna novedad que China ve el dominio espacial como el “terreno elevado definitivo” para la competencia en la Tierra.

Justamente, en los congresos nacionales anuales en Beijing, el ex director general de las misiones de exploración lunar de China, Ye Peijian, afirmó: “El cosmos es un océano, la Luna son las islas Diaoyu, Marte es la isla Huangyan. Si podemos ir, pero no vamos, las generaciones futuras nos condenarían. Una vez que otros están allí, una vez que otros han ocupado, no importa cuánto quisieras ir, no podrás”.

El comentario de Ye subraya cómo China ve la naturaleza geoestratégica del espacio, que es vasto y, sin embargo, está sujeto a limitaciones de escasez.

Y esto se observa, especialmente, el cinturón geosincrónico, donde las ranuras orbitales sobre áreas densamente pobladas son más valiosas que las que se encuentran sobre océanos escasamente poblados.

Es allí donde Pekín, además de querer reclamar sus derechos en bienes raíces orbitales, también desea mostrar capacidades y establecer los términos del debate sobre las normas y regulaciones espaciales.

En este sentido, ha llevado a cabo un aumento masivo de las actividades espaciales: China ha lanzado más de 400 satélites en los últimos dos años en una campaña para desarrollar un complejo global de reconocimiento y ataque a la par con Estados Unidos.

El impulso de Pekín

Como parte de este esfuerzo, a finales de 2023, China lanzó por primera vez un satélite Yaogan a la órbita geoestacionaria, lo que lo convierte en el satélite de teledetección más grande de Pekín en el cinturón GEO.

Se unió a una creciente constelación de satélites de comunicaciones e inteligencia electrónica de alta capacidad en GEO, incluidos tres satélites electroópticos Gaofen más pequeños y el satélite de radar de apertura sintética Ludi Tance-4, lanzado en agosto de 2023, la única unidad SAR de cualquier nación que se coloca en el cinturón GEO.

Estos lanzamientos rápidos están dando a China una infraestructura robusta para la inteligencia, la vigilancia, el reconocimiento y las comunicaciones.

Pero la estrategia china no termina aquí: China está desarrollando una serie de inspectores coorbitales y satélites manipuladores robóticos que apuntan a un patrón más amplio de planificación para observar e incluso interrumpir las actividades espaciales de otras naciones.

Entre la nueva flota de satélites hay varios “de movimiento rápido”: unidades que deambulan por el cinturón GEO, a la deriva de un lado a otro entre los “estacionarios”. Al igual que las embarcaciones auxiliares, pueden ayudar a evaluar y reparar satélites que funcionan mal.

Pero estas naves espaciales también podrían ser utilizadas maliciosamente contra los satélites de otras naciones.

Por ejemplo, sus capacidades pueden ser fácilmente reutilizadas para recopilar inteligencia sobre satélites extranjeros, o incluso para lidiar con estos y neutralizarlos.

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