Alerta en Chernóbil: un dron perforó la última barrera de contención nuclear y dejó a la central sin escudo protector

0
Chernobil Nuevo Confinamiento Seguro (NSC)

La estructura diseñada para encerrar los restos del reactor 4 de Chernóbil durante 100 años quedó comprometida. Un dron explosivo impactó directamente contra el escudo protector en medio del fuego cruzado de la guerra entre Rusia y Ucrania: la explosión perforó el techo y provocó un incendio que dejó al interior expuesto al ingreso de agua, humedad y aire exterior. Si bien no se detectaron fugas radiactivas inmediatas, el riesgo es real y la seguridad a largo plazo está en juego.

Escudo protector NSC Chernobil Ucrania
Profesionales trabajan sobre la cubierta del escudo de Chernóbil, en la zona afectada por el ataque con dron.

El ataque ocurrió el 14 de febrero de 2025, cuando un dron se estrelló sobre el techo del Nuevo Confinamiento Seguro (NSC, por sus siglas en inglés), la enorme estructura de acero que cubre al reactor destruido desde 2016. Ucrania responsabilizó a Rusia del atentado, mientras Moscú lo negó. En su momento, las autoridades informaron que los niveles de radiación permanecían estables y que no se habían registrado emisiones peligrosas.

Sin embargo, la evaluación completa de los daños no se conoció hasta fines de noviembre. Ahora, una inspección reciente del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) confirmó que el escudo perdió su capacidad de confinamiento.

Profesionales trabajan sobre la sección dañada del escudo del reactor 4 de Chernóbil días después del ataque del dron.
Profesionales trabajan sobre la sección dañada del escudo del reactor 4 de Chernóbil días después del ataque del dron.

El escudo protector antes del ataque

El Nuevo Confinamiento Seguro es una enorme estructura de acero construida para encerrar los restos del reactor 4 de Chernóbil y el viejo sarcófago de hormigón que lo cubría desde 1986. Se trata de una cubierta arqueada, de 108 m de alto, 257 m de ancho y 162 m de largo, y unas 36.000 toneladas de peso. Su construcción costó 1.500 millones de euros, financiados por una coalición internacional. Fue ensamblada en dos mitades fuera del reactor y deslizada sobre él en 2016. La instalación completa se finalizó en 2019.

El NSC fue concebido con estándares estrictos: vida útil de 100 años y capacidad para resistir eventos extremos como tornados categoría 3, terremotos de magnitud 6 y temperaturas extremas de −43 °C a +45 °C.

Antes del ataque, el NSC se encontraba herméticamente sellado, con un sistema de ventilación y filtrado controlando el ambiente interno para evitar corrosión y contener el polvo radiactivo. Posee dos capas de revestimiento metálico, externa e interna, con una separación de 12 metros, formando una envoltura estanca alrededor de la estructura principal. Este diseño permite confinar la radiación remanente del reactor sin permitir intercambio de aire o agua con el exterior. Además, brinda un espacio seguro para desmontar remotamente el antiguo sarcófago y los materiales altamente radiactivos en su interior, habilitando a largo plazo las labores de limpieza definitiva de Chernóbil.

Vista interna del Nuevo Confinamiento Seguro, con el antiguo sarcófago del reactor 4 en el centro.
Vista interna del Nuevo Confinamiento Seguro, con el antiguo sarcófago del reactor 4 en el centro. Fuente: Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo.

Los daños ocasionados por dron

El ataque del 14 de febrero puso a prueba al NSC, que no estaba diseñado originalmente para sobrevivir actos de guerra. El dron kamikaze explotó contra el techo del arco de acero en plena madrugada, provocando un incendio. La explosión abrió un boquete de 15 metros cuadrados en el revestimiento externo del escudo, y el área afectada por la onda expansiva y el fuego abarcó unos 200 metros cuadrados de la superficie, dañando paneles de acero, juntas y pernos en esa sección. La onda térmica prendió fuego a la membrana impermeabilizante y al material aislante dentro del techo. Aunque los bomberos ucranianos controlaron las llamas principales rápidamente, el aislamiento interno continuó ardiendo y humeando de forma por casi tres semanas.

Para finalmente apagar los focos internos, se debieron tomar medidas de emergencia no convencionales. Equipos especiales treparon la bóveda con arneses y perforaron orificios en el revestimiento externo para inyectar agua en las capas internas. En total se abrieron unos 330 agujeros en los paneles externos, de entre 30 y 50 cm cada uno. Estas aperturas, sumadas al boquete principal, comprometieron gravemente la estanqueidad del NSC.

Finalmente, el 7 de marzo, tras 21 días, el incendio se extinguió por completo. La prioridad pasó entonces a evaluar la integridad estructural y planificar reparaciones de urgencia en el techo dañado.

Estructura general del NSC, impactada por el dron el la parte superior derecha del techo.
Estructura general del NSC, impactada por el dron el la parte superior derecha del techo. Fuente: Valentyn Ogirenko/File Photo.

Consecuencias técnicas y estado actual del NSC

Aunque el incendio se extinguió y no hubo liberación inmediata de material radiactivo al ambiente, una inspección del OIEA confirmó que el NSC “perdió sus funciones de seguridad primarias, incluida la capacidad de confinamiento” tras el ataque. Ahora, el escudo ya no garantiza el bloqueo de la radiación y la contención de partículas contaminadas como antes.

La pérdida de la contención tiene varias implicaciones. Por un lado, aumenta el riesgo de corrosión en las estructuras metálicas tanto del NSC como del antiguo sarcófago que está debajo. Por otro lado, si el polvo radiactivo o materiales contaminados dentro del reactor quedan expuestos a corrientes de aire o lluvia, pueden liberarse radionúclidos al exterior.

Sin embargo, por ahora las mediciones siguen estables. De hecho, los sensores de radiación y otros sistemas de monitoreo continúan operativos y no detectaron valores anómalos hasta la fecha. También es alentador que, según el OIEA, la estructura portante principal del arco no sufrió daños permanentes. Esto es, la integridad mecánica global del NSC no fue comprometida y no corre riesgo inminente de colapso.

Tras el incidente, se realizaron reparaciones de emergencia en el techo para tapar provisionalmente los agujeros y proteger el interior del recinto. Sin embargo, estas medidas son paliativas. Componentes importantes del NSC permanecen fuera de servicio, como el sistema de grúas interno, vital para desmontar los escombros radiactivos bajo el sarcófago. Asimismo, los sistemas de ventilación y climatización permanecen apagados desde el ataque. Esto deja al interior del recinto sin control de temperatura ni humedad, permitiendo condensación y agravando el riesgo de deterioro de las estructuras y equipos. En resumen, el NSC actualmente no cumple su función de confinamiento ni de protección ambiental como fue concebido.

Detalle del revestimiento externo dañado del escudo de Chernóbil.
Detalle del revestimiento externo dañado del escudo de Chernóbil. Fuente: Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo.

Implicaciones y riesgos a futuro

Las autoridades ucranianas y el OIEA coinciden en que, para restablecer la seguridad a largo plazo, es fundamental realizar una restauración integral del escudo. Si bien no hubo liberación radiactiva inmediatamente después del ataque, la pérdida de hermeticidad significa que ante perturbaciones internas, incendios o fallos del viejo sarcófago, el sitio ya no cuenta con la misma barrera de protección.

Rafael Grossi, director del OIEA, enfatizó que “se deben implementar reparaciones completas lo antes posible” para prevenir un mayor deterioro del NSC y garantizar la seguridad nuclear a largo plazo. En particular, es crítico restablecer la impermeabilidad del techo antes de que la corrosión comprometa elementos estructurales o dañe equipos esenciales.

En cuanto al plan de desmantelamiento de los restos del reactor y del antiguo sarcófago de 1986, el incidente supone un retroceso importante. Dichos trabajos estaban previstos bajo la protección del NSC durante las próximas décadas, utilizando las grúas y sistemas internos del arco. Ahora, con el confinamiento inhabilitado y las grúas averiadas, no es seguro retirar escombros altamente radiactivos ni proceder a desarmar la vieja estructura de concreto.

Esto prolonga el estado de vulnerabilidad. El sarcófago original, construido apresuradamente tras el accidente de 1986 con una vida útil de 30 años, sigue envejeciendo dentro del NSC. Si esa estructura interna colapsara o liberase material contaminado antes de que el NSC sea reparado, la capacidad de contención sería muy limitada.

El plan de acción

Ucrania y la comunidad internacional, a través del EBRD (Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo) y países donantes, están movilizando recursos para reparar el NSC, cuya reparación completa se estima en 100 millones de euros.

Las reparaciones probablemente incluirán la fabricación y sustitución de nuevos paneles de acero para sellar el techo, reinstalación de la membrana impermeable, verificación y refuerzo de las uniones afectadas, restauración del sistema de grúas y la recalibración del sistema de monitoreo y ventilación, entre otras tareas.

Mirando a futuro, existen escenarios contrastantes. En el mejor caso, la guerra no vuelve a dañar la estructura y las reparaciones se completan pronto. Esto permitiría retomar los planes de desmantelar de forma segura los restos del reactor 4 y gestionar sus desechos radiactivos, eliminando gradualmente el peligro nuclear de Chernóbil como se había previsto originalmente.

En el peor caso, si las obras de restauración se postergan, el NSC podría degradarse aún más, reduciendo la estabilidad de la estructura que se creía garantizada por un siglo. Además, un confinamiento comprometido eleva la probabilidad de que se filtren contaminantes al ambiente, especialmente si ocurriese un incidente interno sin un escudo que lo contenga. Este riesgo sería agravado exponencialmente si la zona de Chernóbil volviera a ser escenario de hostilidades militares. Mientras continúe el conflicto, las instalaciones nucleares en Ucrania enfrentan una amenaza latente fuera del rango de sus especificaciones de diseño.

En conclusión, el daño al escudo protector de Chernóbil implica un desafío técnico y de seguridad sin precedentes. La estructura que durante pocos años cumplió con éxito su misión de confinar los restos del peor accidente nuclear de la historia ha visto mermada esa capacidad por un acto bélico. La respuesta inmediata evitó una catástrofe radiológica en 2025. No obstante, resta por delante una compleja labor de ingeniería para restaurar plenamente la integridad del NSC, con apoyo internacional y bajo supervisión del OIEA, a fin de volver a garantizar que Chernóbil no represente un peligro activo.

Tal vez te interese: El día que la naturaleza venció a la bomba nuclear: la historia de los árboles de Hiroshima

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí