La NASA confirmó que seguirá aportando los elementos clave para enviar al róver europeo Rosalind Franklin a Marte en 2028, a pesar de que la propuesta presupuestaria del presidente Donald Trump recorta esa colaboración en el marco de un ajuste sobre los programas científicos de la agencia estadounidense.
El anuncio se conoció durante el Consejo Ministerial de la Agencia Espacial Europea (ESA), la reunión de alto nivel en la que los 23 Estados miembro definen el rumbo político y financiero del organismo. “Ayer recibí una carta de la NASA que confirma sus contribuciones a Rosalind Franklin. Es, sin duda, una muy buena noticia”, afirmó el director general de la ESA, Josef Aschbacher, al abrir el encuentro.

Rosalind Franklin es el róver de la misión ExoMars, programa emblemático de la ESA dedicado a la búsqueda de indicios de vida en el Planeta Rojo. El vehículo está equipado con un taladro capaz de extraer muestras a dos metros de profundidad, en una zona protegida de la radiación que castiga la superficie marciana. Allí, si alguna vez hubo vida, es donde tienen más chances de haberse conservado sus huellas químicas.
El róver lleva el nombre de la química británica Rosalind Franklin, figura clave en el descubrimiento de la estructura del ADN. Su carga útil científica incluye una batería de instrumentos para analizar composición mineral y orgánica del subsuelo. Entre ellos se destaca el Analizador de Moléculas Orgánicas de Marte–Espectrómetro de Masas (MOMA-MS), desarrollado con fuerte participación de la NASA y ya entregado a Europa, donde está siendo integrado y sometido a pruebas.

Una misión marcada por los giros geopolíticos
ExoMars nació en los 2000 como un proyecto conjunto ESA–NASA. Esa primera alianza se rompió en 2012, cuando la administración de Barack Obama recortó el presupuesto de exploración planetaria y obligó a NASA a retirarse del programa. La ESA encontró entonces un nuevo socio en la agencia espacial rusa Roscosmos, que aportaría el cohete y una plataforma de descenso para el róver.
El despegue estaba previsto para 2022 desde Baikonur, en Kazajistán, pero la invasión rusa de Ucrania cambió otra vez el tablero. La ESA congeló la cooperación con Roscosmos y se vio obligada a desarrollar su propia plataforma de descenso y a buscar un nuevo lanzador. La NASA ofreció entonces volver al proyecto aportando el cohete, los calentadores de radioisótopos que protegerán al róver del frío extremo y el sistema de retrocohetes para el frenado final. Con este nuevo esquema, el lanzamiento se reprogramó para 2028.
La colaboración de la NASA, sin embargo, volvió a estar bajo amenaza. La propuesta de presupuesto federal de Trump para el año fiscal 2026 contempla un recorte drástico en el directorio de ciencia espacial de la agencia. Entre ellas figura la contribución estadounidense a ExoMars, estimada en US$ 375 millones.
Pese a ese contexto, Aschbacher confirmó que la carta recibida de la NASA ratifica el compromiso con los tres elementos críticos prometidos. Esos aportes, de concretarse, no solo alivian la presión sobre el presupuesto europeo sino que evitan tener que rediseñar nuevamente la misión para prescindir de tecnología estadounidense.
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