La transformación del complejo nuclear Atucha: qué está pasando en el corazón nuclear argentino

0
Complejo nuclear Atucha
Complejo nuclear Atucha

En Lima, partido de Zárate, funciona —o mejor dicho, se transforma— el complejo nuclear más importante del país. Allí conviven dos historias distintas dentro del mismo predio. Atucha I, la pionera latinoamericana que hoy está completamente detenida por una parada prolongada, y Atucha II, el reactor más grande de Argentina, que sostiene casi en soledad la generación nuclear mientras atraviesa ajustes operativos. Ambas centrales, sumadas a Embalse, aportan el 7% de la electricidad del país y son parte de la generación de base, la que prácticamente no se detiene a lo largo del año.

Sin embargo, en 2025 el complejo atraviesa un momento singular. Uno de sus reactores está en el mayor reacondicionamiento de su historia y el otro intenta recuperar su potencia máxima. Lo que ocurra en Atucha durante los próximos dos años definirá buena parte del futuro nuclear argentino.

Complejo nuclear Atucha
Complejo nuclear Atucha.

La Parada Prolongada de Reacondicionamiento de Atucha I

Atucha I dejó de generar en septiembre de 2024, al iniciar su Parada Prolongada de Reacondicionamiento, el eje central de la Operación a Largo Plazo. La planta, con más de 50 años de servicio, atraviesa una intervención completa que llevará treinta meses y que prolongará su vida útil hasta 2045. Este programa incluye la modernización de sistemas de seguridad, el recambio de componentes y una serie de mejoras destinadas a optimizar su régimen de operación. Entre ellas, la posibilidad de extender los ciclos entre paradas. La central pasará de detenerse una vez por año a hacerlo cada 18 meses, permitiendo aumentar su disponibilidad y su aporte anual de energía.

El retorno al despacho eléctrico, previsto para 2027, implica más que la reactivación de un reactor histórico. Con Atucha I desconectada, el país perdió 360 MW de generación nuclear continua. Este volumen hoy se reemplaza con producción térmica más costosa y vulnerable a variaciones estacionales, especialmente durante picos de demanda o veranos de alta temperatura. La reincorporación de la potencia perdida —y la mejora en su factor de carga, que podría trepar al 88%— permitirá no solo recuperar capacidad de base sino también elevar la eficiencia con la que la central operaba en sus últimos años, aportando más energía anual que en su etapa reciente.

En ese contexto, el regreso de Atucha I constituye hito tecnológico y operativo, pero también es una pieza fundamental para la estabilidad del sistema eléctrico argentino. Porque si para 2027 Atucha II consolida su operación a plena potencia y Embalse mantiene su disponibilidad, el parque nuclear nacional podría alcanzar un nuevo máximo histórico de generación.

El pulmón del complejo, Atucha II, sigue activo

A pocos metros, Atucha II sigue generando. Es el caballo de tiro del parque nuclear argentino, con una potencia bruta de 745 MW. Tras su última intervención importante —que incluyó la remoción de restos de un separador dañado en el interior del reactor— volvió al servicio en 2023. Desde entonces, atraviesa un período de ajustes.

Durante 2024 realizó una parada programada para mantenimiento e inspecciones, y en 2025 alternó días de operación reducida por vibraciones en una bomba principal y ajustes en el sistema de carga de combustible. Su performance se estabilizó cerca del 90% de su potencia nominal, con la meta de recuperar el 100% de manera sostenida una vez que la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN) lo habilite.

Aun con estas oscilaciones, Atucha II se mantiene como la principal fuente nuclear del país y explica parte central de los récords de generación de Nucleoeléctrica en 2024 y 2025.

Plan nuclear, privatización parcial y el futuro del complejo nuclear Atucha

Más allá del presente operativo, Atucha está en el centro de debates estratégicos. El gobierno nacional impulsa un plan nuclear que incluye el desarrollo de pequeños reactores modulares (SMR) y la posibilidad de instalar el primero en el sitio hacia la próxima década. A esto se suma el proceso para privatizar hasta el 44% de Nucleoeléctrica Argentina, una iniciativa que divide aguas. Para algunos representa un riesgo de pérdida de soberanía y de capacidad de decisión sobre una infraestructura estratégica, mientras que otros la interpretan como una posibilidad de atraer capital privado para financiar extensiones de vida y nuevos proyectos.

En ese escenario, el predio de Lima podría transformarse en un espacio donde convivan centrales renovadas, infraestructura modernizada y tecnologías de nueva generación. La parada prolongada de Atucha I y el proceso de optimización de Atucha II no son episodios aislados. Forman parte de una reorganización que apunta a reforzar la capacidad de base, reducir costos y preparar al sistema eléctrico para las próximas décadas.

Si las obras avanzan según lo previsto, hacia 2027 ambas centrales volverían a operar de manera simultánea y con mayor eficiencia, configurando un escenario en el que el parque nuclear argentino podría alcanzar su mayor aporte histórico y sentar las bases para un salto tecnológico en el país.

Tal vez te interese: Nucleoeléctrica Argentina rompe record de producción de energía en 2024

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí