A comienzos de noviembre, la Guardia Nacional de Washington realizó un simulacro de ataques con drones en el Lumen Field de Seattle, una de las sedes de la Copa del Mundo de la FIFA 2026. El ejercicio formó parte de la Cumbre sobre Sistemas Aéreos No Tripulados y estuvo dirigido por el mayor general Gent Welsh, responsable de seguridad estatal.

El entrenamiento reprodujo tres incidentes: un ataque contra el estadio durante un partido y dos contra infraestructuras críticas regionales. Los equipos analizaron rutas de aproximación, métodos de lanzamiento y tácticas probables de aeronaves no tripuladas comerciales y modificadas. También se evaluó la capacidad de respuesta conjunta entre agencias locales, estatales y federales, un punto central ante la proliferación global de drones utilizados con fines disruptivos.

Welsh subrayó la necesidad de anticiparse a las señales de alerta, comparando el escenario actual con las advertencias previas al 11 de septiembre. Según explicó, la motivación del ejercicio fue detectar vulnerabilidades y ajustar protocolos antes del evento deportivo más grande que organizará Estados Unidos la próxima década.

Desafíos legales y operativos

El simulacro expuso un problema fundamental. En Estados Unidos, la capacidad para interceptar o neutralizar drones está repartida entre distintas agencias y muchas veces está restringida por ley. La Guardia Nacional, por ejemplo, no siempre tiene autoridad para interferir señales, bloquear frecuencias o derribar drones sobre zonas civiles, acciones que dependen de autorizaciones federales específicas. Esto genera una zona gris operativa cuando la amenaza ocurre en tiempo real.

A esto se suma la falta de recursos especializados. No todos los estados cuentan con sistemas de detección o equipos antidrones. Además, la normativa vigente, pensada para aviación tradicional, no se adapta a tecnologías comerciales que evolucionan cada pocos meses.

Estas brechas dificultan integrar, bajo un único esquema de mando, herramientas de detección, interferencia y neutralización.

Para Welsh, el mayor avance de la cumbre fue reunir a instituciones que suelen operar en paralelo: fuerzas de seguridad, gestores de estadios, especialistas en defensa aérea y autoridades reguladoras. El objetivo fue fijar protocolos comunes y reducir la dispersión de responsabilidades antes de 2026.

La Guardia Nacional realiza habitualmente ejercicios para emergencias naturales, pero los ataques con drones se convirtieron en uno de los escenarios prioritarios de la actualidad. La próxima Copa del Mundo se jugará en 11 estadios de Estados Unidos, además de sedes en Canadá y México, todos con requisitos reforzados de seguridad aérea.

Los resultados del simulacro servirán como insumo para definir protocolos específicos durante el torneo, donde la protección del espacio aéreo y la detección temprana de aeronaves no tripuladas serán componentes esenciales.

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