Elon Musk volvió al centro de la polémica estadounidense. En los últimos días, el CEO de SpaceX desató una ofensiva pública contra Sean Duffy, el administrador interino de la NASA, a quien acusa de poner en riesgo el futuro del programa espacial estadounidense. Detrás de los insultos y los tuits virales, se esconde una disputa mucho más profunda: el control político y técnico de la próxima gran misión lunar de Estados Unidos.
Todo comenzó cuando Duffy anunció que la NASA reabrirá la competencia por el contrato del programa Artemisa III. La misión busca llevar nuevamente astronautas a la superficie lunar, algo que no sucede desde 1972. Ese contrato había sido adjudicado en 2021 a SpaceX, que planea utilizar una versión modificada de su lanzador Starship como módulo de alunizaje.
Duffy justificó su decisión asegurando que la empresa de Musk “está atrasada” con los plazos comprometidos. “Amo SpaceX, es una compañía extraordinaria, pero sus cronogramas se han estirado, y estamos en una carrera contra China”, declaró en una entrevista. Según el funcionario, el objetivo de la Casa Blanca es lograr un nuevo alunizaje durante el actual mandato presidencial, por lo que abrir el contrato permitiría incorporar a otras compañías como Blue Origin.
Sean Duffy o Sean Dummy: la respuesta incendiaria de Musk
Las declaraciones no cayeron bien en Hawthorne. Musk reaccionó en su red social X con una ráfaga de mensajes dirigidos directamente al administrador interino. Lo rebautizó como “Sean Dummy”, luego modificado por “Sean ‘Dangerously Stupid’ Dummy”, y publicó encuestas burlonas recordando el pasado de Duffy como deportista en competencias de tala y escalada de árboles.
Más allá del tono sarcástico, el empresario argumentó que abrir la licitación es un error estratégico. “SpaceX se mueve como un rayo respecto al resto de la industria”, afirmó. “Starship terminará haciendo toda la misión lunar. Marquen mis palabras.” También criticó duramente a Blue Origin, al señalar que la empresa de Jeff Bezos “nunca entregó una carga útil en órbita”, mientras SpaceX ya lo hizo cientos de veces.
En otro mensaje más directo, Musk sostuvo que “tener un administrador de la NASA que literalmente no sabe nada sobre cohetes ni naves espaciales debilita el programa espacial estadounidense y pone en peligro a nuestros astronautas”.
Política, poder y un pasado televisivo
El conflicto no es solo técnico. También está atravesado por tensiones políticas. Musk había respaldado al empresario y astronauta privado Jared Isaacman —comandante de dos misiones orbitales financiadas con SpaceX— como candidato a dirigir la NASA. Isaacman había sido nominado por Donald Trump, pero su designación fue retirada a último momento debido a donaciones a políticos demócratas y a su relación cercana con Musk.
Tras esa retirada, Trump nombró a Sean Duffy como administrador interino. Antes de su llegada a la agencia espacial, Duffy fue congresista, secretario de Transporte y hasta participante del reality show The Real World de MTV en 1997. Su escasa experiencia en temas aeroespaciales generó resistencia dentro del sector, que teme una visión excesivamente política o administrativa para una institución que depende de decisiones técnicas de alta complejidad.
Más allá del cruce de declaraciones, la disputa entre Musk y Duffy podría redefinir el futuro del programa Artemisa. La NASA prevé que la misión Artemisa III se concrete en 2028, aunque el deseo del gobierno es adelantarla antes del fin del mandato actual. SpaceX enfrenta el desafío de certificar su Starship, un sistema de lanzamiento de dos etapas completamente reutilizable, que aún no logró un vuelo orbital plenamente exitoso con recuperación.
Reabrir la competencia significa dar tiempo y espacio a otras compañías. Sin embargo, también implica un riesgo: retrasar aún más el cronograma y fragmentar el esfuerzo industrial en lugar de consolidarlo. Musk advierte que dividir el liderazgo tecnológico podría “marcar el comienzo del fin del dominio espacial estadounidense”, una visión que comparten varios ejecutivos del sector privado.
Una pugna abierta
Por ahora, Duffy busca consolidarse en su cargo y no descarta mantener la dirección de la NASA de forma permanente. Isaacman, mientras tanto, vuelve a sonar como posible reemplazo, lo que anticipa nuevas maniobras políticas en Washington.
El enfrentamiento entre Elon Musk y Sean Duffy trasciende los egos personales, y refleja el dilema de fondo sobre cómo debe avanzar Estados Unidos en la exploración lunar y quién debe liderar ese salto. La batalla no se libra solo en la Luna, sino en los despachos —y en los timelines— de las figuras más influyentes del espacio.
Tal vez te interese: Sean Duffy confirma cuándo EE.UU. regresará a la Luna