SpaceX alcanzó un nuevo hito en su programa Starship. El megacohete de Elon Musk completó con éxito su 11.° vuelo de prueba el lunes 13 de octubre desde las instalaciones de Starbase, en Texas. Esta misión, que marcó el cierre del desarrollo de la versión Block 2, dejó resultados sólidos en todas las fases del vuelo y abre el camino a una versión mejorada del vehículo.
La prueba consistió en un vuelo completo del sistema integrado —el propulsor Super Heavy y la nave Starship. El objetivo: validar maniobras de separación, reentrada, control aerodinámico y amerizaje. Ambas etapas cumplieron sus objetivos y aterrizaron en zonas predeterminadas. El propulsor en el Golfo de México y la nave en el océano Índico, luego de un descenso controlado.
Un vuelo técnicamente impecable
El despegue se produjo a las 20:23 hora de Argentina, desde la plataforma de lanzamiento de Starbase, bajo condiciones meteorológicas óptimas. A los pocos minutos, el Super Heavy completó una separación limpia y comenzó su maniobra de frenado y descenso, ejecutando un encendido de motores que le permitió desacelerar antes de tocar el mar.
La etapa superior continuó su trayectoria suborbital y desplegó ocho simuladores de satélites Starlink, en una prueba de carga útil. Posteriormente, uno de sus motores fue reencendido en el espacio para ensayar un impulso de corrección y comprobar la fiabilidad de los sistemas criogénicos en condiciones de microgravedad.
Durante la reentrada atmosférica, la nave empleó sus grandes superficies aerodinámicas —los flaps— para regular su actitud y ángulo de ataque, manteniendo la estabilidad mientras atravesaba las capas más densas de la atmósfera. Luego, instantes antes del contacto con el agua, ejecutó la característica maniobra flip. Se trata de un giro de 180 grados que le permite reorientarse y reducir la velocidad hasta alcanzar un amerizaje suave en el océano Índico.
En total, la misión tuvo una duración de 66 minutos, culminando con éxito todas las fases críticas del vuelo.
Innovaciones y datos técnicos del vuelo
SpaceX destacó que el propulsor Super Heavy utilizó 24 motores Raptor reutilizados, lo que representa un paso clave hacia la economía de lanzamientos repetidos. También se probaron nuevas baldosas del escudo térmico, diseñadas para resistir mayores cargas térmicas durante la reentrada, así como modificaciones en la arquitectura interna del tanque de propelente.
Estos avances apuntan a optimizar el desempeño estructural y térmico de cara a la versión Block 3, que será la base para misiones más complejas, incluidas las del programa Artemisa de la NASA. Además, la compañía aprovechó la misión para ensayar sistemas de telemetría mejorados, medición de vibraciones y control de temperatura. Todos ellos fundamentales para futuras operaciones de reuso completo.
Con esta undécima misión exitosa, SpaceX cierra un ciclo de desarrollo y se prepara para la transición hacia una nueva generación de cohetes. Los resultados obtenidos validan la madurez del sistema, aportan datos cruciales para futuras iteraciones y refuerzan la visión de Elon Musk: hacer del transporte espacial una operación rutinaria, segura y totalmente reutilizable.
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