En la Base Aérea Eglin, en Florida, un caza F-16 de la Fuerza Aérea de Estados Unidos voló en formación con el dron autónomo XQ-58A Valkyrie, controlado por inteligencia artificial. El ensayo forma parte del programa CCA (Collaborative Combat Aircraft), eje del proyecto NGAD (Next Generation Air Dominance) del Pentágono, que apunta a desplegar hasta mil aeronaves con IA antes de 2030. Estas unidades, cuyo costo representa apenas una cuarta parte del de un caza tripulado, buscan conformar flotas más numerosas, adaptables y con menor dependencia del factor humano.
Durante la prueba, el Valkyrie mantuvo la formación con el F-16 y demostró capacidades de combate autónomo, como interceptar blancos enemigos, procesar información táctica en tiempo real y ejecutar maniobras evasivas sin intervención humana. Además, el dron tomó decisiones tácticas en fracciones de segundo, una velocidad de reacción imposible incluso para los pilotos más experimentados.
Este ensayo no es el primero. En 2023, el Laboratorio de Investigación de la Fuerza Aérea (AFRL) logró que un Valkyrie volara durante más de tres horas operado completamente por IA. Desde entonces, las pruebas avanzaron hacia escenarios complejos, en los que un solo piloto humano comanda varios drones autónomos en misiones coordinadas. El objetivo es perfeccionar algoritmos de decisión independiente, bajo supervisión humana en fases críticas, como la identificación de objetivos o el uso de armamento.
Para acelerar esta transición, la Fuerza Aérea también impulsa el programa VENOM, que convierte viejos F-16 en bancos de pruebas para software de autonomía.
Valkyrie entrenados con F-16: el combate aéreo del futuro
El XQ-58A Valkyrie es un dron desarrollado por Kratos Defense & Security Solutions. Mide 9,14 m de largo, tiene una envergadura de 8,23 m y puede operar hasta los 13.700 m de altitud. Su diseño furtivo y bahía interna de armas lo hacen apto para misiones típicas de cazas de quinta generación, con 3700 km de alcance.
Pensado para ser económico, modular y parcialmente desechable, el Valkyrie puede fabricarse en masa y asumir riesgos que un F-35 no podría afrontar. En combate, puede volar por delante de las aeronaves tripuladas, atraer fuego enemigo, anular radares o lanzar municiones guiadas con precisión.
Su versatilidad operativa abarca misiones ISR (inteligencia, vigilancia y reconocimiento), SEAD (supresión de defensas aéreas enemigas) y ataque aire-aire. En escenarios futuros, un solo F-35 o un caza NGAD podría coordinar varios Valkyries de forma simultánea, multiplicando el poder de fuego, la cobertura aérea y la capacidad de supervivencia del conjunto.
Para la Fuerza Aérea de Estados Unidos, el Valkyrie no es solo un dron, es la piedra angular de una nueva doctrina aérea. En un mundo donde la velocidad de decisión y la escala definirán los conflictos, la inteligencia artificial se perfila como la clave para mantener la supremacía estadounidense en el cielo. Si todo sale de acuerdo al plan, los primeros cazas autónomos entrarían en servicio a comienzos de 2030, marcando el inicio del combate aéreo algorítmico.
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