Con una estación espacial activa, lanzamientos semanales y ambiciosos planes de expansión orbital, China se consolida como una de las potencias espaciales más activas del mundo. Pero ese crecimiento trae consigo un problema que ninguna nación puede ignorar: la acumulación de basura en órbita.
Durante la sesión plenaria del Congreso Astronáutico Internacional en Sydney, a fines de septiembre, el viceadministrador de la Administración Nacional del Espacio de China (CNSA), Bian Zhigang, reveló que Beijing planea asumir un rol activo en la retirada de basura espacial. Según él, China fortalecerá su monitoreo y alerta de objetos en órbita y coordinará esfuerzos internacionales. Más allá, apuntó que están investigando tecnologías para eliminación activa de escombros.
“No hemos dado aún fechas ni detalles técnicos”, aclaró Bian, “pero estamos impulsando planificación estratégica para mitigar la basura espacial”.
China intentará limpiar la basura espacial, ¿con doble intención?
El concepto de remoción activa de residuos oscila entre la ambición civil y el temor militar. Y es que la misma tecnología utilizada para limpiar el espacio podría servir para reparar satélites o para neutralizar equipos hostiles. Esa dualidad despierta recelo en la comunidad internacional.
Entre los indicios disponibles, se menciona que los satélites Shijian-21 y Shijian-25 estuvieron enayando maniobras de encuentro y proximidad (RPO). Incluso se especula que han practicado el reabastecimiento de combustible en órbita geoestacionaria. Sin embargo, China no compartió imágenes ni datos concretos de esas operaciones. Esa opacidad, si se traslada a futuras misiones de limpieza orbital, podría generar desconfianza más que colaboración.
Como nación con uno de los ritmos más altos de lanzamientos en la última década, China concentra numerosos satélites fuera de servicio y etapas de cohetes inertes en órbita baja (LEO). Su retiro sería un avance para mantener órbitas más sostenibles.
Además, Bian recordó que las regulaciones nacionales chinas ya imponen a los operadores satelitales desorbitar o degradar la órbita de sus activos al final de su vida útil.
Por ahora, los detalles técnicos, los plazos y los compromisos internacionales permanecen difusos. Pero está claro que el mundo observará de cerca cada paso de China en esta dirección, evaluando si apuesta al bien común o amplía su influencia estratégica en el espacio.
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