Estados Unidos y China están compitiendo por un objetivo histórico: volver a llevar seres humanos a la superficie lunar. La NASA asegura que será la primera en lograrlo, pero voces autorizadas advierten que Pekín podría dar el golpe antes de lo previsto.

La NASA apunta a lanzar Artemisa 2 a comienzos del próximo año, una misión que enviará astronautas a sobrevolar nuestro satélite natural. El gran salto será Artemisa 3, proyectada para 2027, que prevé el primer alunizaje tripulado del programa.

China, en paralelo, promete un descenso humano antes de 2030. Para ello ya presentó avances clave, como el cohete Long March 10 y el módulo de aterrizaje lunar Lanyue, piezas fundamentales de su estrategia.

El riesgo de que China se adelante: alertas en el Senado

Aunque sobre el papel Estados Unidos lleva ventaja, especialistas alertaron en una audiencia del Comité de Comercio del Senado —bajo el título “Se avecina una Luna Malvada”— que la situación es más ajustada de lo que parece. El ritmo de desarrollo de la nave Starship de SpaceX, que debe funcionar como módulo de alunizaje de Artemisa 3, y la complejidad de las misiones de reabastecimiento que requiere, son factores que podrían retrasar el calendario.

“Es muy poco probable que Estados Unidos supere a China si las cosas siguen así”, advirtió el exadministrador de la NASA Jim Bridenstine.

¿Qué ocurriría si China llega primero? Según Mike Gold, presidente de espacio civil e internacional en Redwire y figura central en los Acuerdos de Artemisa, el impacto sería inmediato: “Un aterrizaje chino significaría beneficios políticos enormes al día siguiente. La atención mundial se concentraría en ellos, no solo en materia espacial, también en acuerdos de seguridad y comercio”, explicó.

Gold advirtió que ese liderazgo reforzaría alianzas entre China, India y Rusia, consolidando un eje económico y estratégico que desafiaría a Washington.

Más allá del prestigio, la disputa tiene un trasfondo práctico. El hielo de agua en el polo sur lunar es un recurso valioso, que puede convertirse en oxígeno e hidrógeno para combustible o usarse como agua potable. “Si no somos los primeros en volver, podríamos perder las mejores reservas frente a China”, alertó Gold.

No obstante, todo indica que el primer alunizaje tripulado chino se realizaría en latitudes medias, no en el polo sur. En cambio, las misiones robóticas Chang’e 7, proyectada para 2026, y Chang’e 8, planificada para 2028 a 2029, sí apuntarán a esa región, con objetivos que van desde la búsqueda de volátiles como el agua hasta ensayar la impresión de ladrillos lunares para construir hábitats.

¿Quién dictará las reglas en la Luna?

Para Allen Cutler, presidente de la Coalición para la Exploración del Espacio Profundo, la cuestión es clara: “El país que logre liderar la exploración lunar fijará las normas sobre recursos, gobernanza y cooperación internacional. Ese liderazgo debe venir de Estados Unidos”.

Los próximos pasos de la NASA y del programa espacial chino no solo marcarán un hito tecnológico. Podrían redibujar el mapa geopolítico de las próximas décadas, tanto en la Tierra como en la Luna.

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