Neuralink, la empresa de Elon Musk que busca conectar el cerebro humano con computadoras, realizó sus primeras dos cirugías fuera de Estados Unidos, en Canadá. El anuncio marca la expansión internacional de sus ensayos clínicos, un movimiento esperado desde que la compañía obtuvo el visto bueno de la FDA en 2023 para pruebas en humanos.
El dispositivo implantado se llama Telepathy, un chip que registra la actividad eléctrica del cerebro a través de hilos ultrafinos insertados por un robot quirúrgico. Esos impulsos se decodifican en tiempo real y permiten controlar un cursor, escribir en pantalla o jugar, usando solo el pensamiento.
El primer paciente, Noland Arbaugh, cuadripléjico tras un accidente, demostró que podía volver a interactuar digitalmente. Aunque al inicio hubo fallas técnicas —algunos hilos se desplazaron dentro del cráneo—, los ingenieros corrigieron el problema mediante software, estabilizando la señal.
Neuralink desarrolla en paralelo Blindsight, una interfaz para restaurar visión estimulando directamente la corteza visual. En ensayos animales se probaron incluso capacidades extendidas —como percibir espectros de luz invisibles al ojo humano—, lo que muestra tanto el potencial médico como las controversias éticas de la tecnología.
La importancia de Canadá como primer paso internacional para Neuralink
La llegada al sistema de salud canadiense significa mucho más que sumar pacientes. Representa validación regulatoria fuera de Estados Unidos y confirma que Neuralink busca consolidarse como una alternativa clínica real, no solo experimental. También abre la posibilidad de que más personas con parálisis severa accedan al implante, acelerando la recolección de datos que permitirán perfeccionar el dispositivo.
Con estas intervenciones, Neuralink deja atrás la etapa de pruebas limitadas en EE.UU. y se convierte en un ensayo internacional de neurotecnología aplicada, en la intersección entre medicina, robótica y computación. El objetivo inmediato es devolver funciones básicas como comunicarse o moverse digitalmente. El horizonte, en cambio, es mucho más ambicioso: redefinir qué significa ser humano en la era de la interfaz cerebro-máquina.
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