La NASA anunció oficialmente la cancelación de la misión Lunar Trailblazer, luego de varios meses de intentos fallidos por restablecer contacto con la sonda. La nave, cuyo objetivo era estudiar la presencia de agua en la superficie lunar, dejó de responder horas después del lanzamiento, en febrero de 2025. Pese a las estrategias evaluadas para reactivarla, las condiciones técnicas impidieron retomar sus operaciones y cumplir con el plan científico previsto.
Lunar Trailblazer tenía una masa de aproximadamente 200 kilogramos y estaba basada en la plataforma LM-200 de Lockheed Martin. Formaba parte del programa SIMPLEx, una iniciativa de la NASA orientada a desarrollar misiones científicas pequeñas, de bajo costo y rápida implementación. Estaba equipada con paneles solares capaces de generar unos 280 watts de potencia, y su vida útil estimada era de al menos un año en órbita lunar, con capacidad para realizar observaciones de alta resolución tanto en regiones iluminadas como en zonas permanentemente en sombra.
El objetivo principal de la misión era cartografiar la presencia y forma del agua en la Luna, diferenciando entre moléculas de agua (H₂O), hidroxilos (OH) y hielo, y analizando cómo varía su distribución según la latitud, la hora lunar y otras condiciones del entorno. Esta información resulta clave para evaluar la disponibilidad de recursos in situ en futuras misiones tripuladas y para entender mejor los ciclos del agua en cuerpos celestes sin atmósfera.

¿Qué salió mal?
Durante los primeros minutos de la misión todo pareció funcionar correctamente. La nave se separó con éxito del lanzador y logró establecer un primer contacto con el equipo de control en el JPL. Pero alrededor de 12 horas después del lanzamiento, se perdió la comunicación.
Aunque el despliegue inicial fue exitoso, Lunar Trailblazer no logró orientar sus paneles solares hacia el Sol. Como resultado, no pudo recargar sus baterías, lo que dejó sin energía a sus sistemas de comunicación y control de actitud. Los equipos de misión siguieron monitoreando su órbita, orientación y rotación durante los meses siguientes, con la esperanza de que una nueva exposición solar pudiera reactivar el sistema.
La NASA extendió los esfuerzos de recuperación hasta mediados de julio de 2025. En ese período, evaluó posibles ventanas en las que la sonda podría recibir suficiente luz solar para reiniciarse. Sin embargo, nunca se logró restablecer el contacto.
El desafío de innovar con bajo presupuesto
Aunque Lunar Trailblazer no llegó a cumplir su objetivo, deja un aprendizaje valioso sobre los desafíos operativos de misiones pequeñas en ambientes extremos como el espacio cislunar. También pone bajo la lupa los límites del modelo SIMPLEx y de programas como CLPS, donde los riesgos asumidos en busca de eficiencia pueden comprometer la robustez de las operaciones.
La pérdida de la sonda se suma a una serie de incidentes recientes en misiones de bajo presupuesto, lo que reaviva el debate dentro de la comunidad aeroespacial sobre el equilibrio entre riesgo, innovación y confiabilidad.
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