Por Samantha García Juárez
¿Se ha convertido el espacio en una nueva dimensión de amenaza para los Estados? En los últimos años, el ámbito espacial ha cobrado una creciente relevancia en las estrategias de defensa nacional, consolidándose como un nuevo terreno de competencia entre grandes potencias. Este escenario ha propiciado el surgimiento de desarrollos tecnológicos con foco en herramientas armamentísticas.
Basado en este contexto, la administración de Donald Trump retomó un proyecto originado en la década de 1980 bajo el mandato de Ronald Reagan: la Iniciativa de Defensa Estratégica, concebida para desarrollar armamento defensivo orientado al espacio.
En su momento, las capacidades tecnológicas disponibles eran insuficientes para su implementación. No obstante, hoy esa limitación ha sido superada, y la propuesta vuelve a ocupar un lugar imprescindible en la defensa nacional de Estados Unidos. El presidente ha dejado claro su intención de potenciar las capacidades existentes para garantizarle a la patria una defensa total.
Por consiguiente, el 27 de enero de 2025 se formalizó mediante una Orden Ejecutiva el lanzamiento del proyecto denominado Golden Dome (Cúpula Dorada). Y el mismo fue anunciado oficialmente el 20 de mayo del mismo año. El nombre evoca connotaciones simbólicas y se asemeja- aunque en un contexto distinto- a la Cúpula de Hierro del sistema de defensa de Israel.

¿Cómo es la Cúpula Dorada?
La Cúpula Dorada aspira a convertirse en un escudo impenetrable. Sería capaz de detectar, rastrear e interceptar misiles balísticos intercontinentales, armas hipersónicas y cualquier otra amenaza aérea que comprometa la seguridad del territorio estadounidense.
Si bien el país ya cuenta con un sistema de defensa nacional, el Ground-Based Midcourse Defense, instalado en Alaska y California mediante interceptores, la administración Trump busca dar un salto tecnológico significativo por medio de este proyecto más sofisticado y ambicioso.
Su objetivo es obstruir todo dispositivo lanzado por potencias como Rusia, Corea del Norte, Irán o China, actores que también han invertido notablemente en su tecnología armamentística.
Desde su anuncio, el Departamento de Defensa ha iniciado estudios exploratorios. Por su parte, los Comités de Servicios Armados del Senado y de la Cámara de Representantes han comenzado a debatir las solicitudes iniciales de financiación. Se estiman US$ 25 millones para la fase preliminar y un costo total de US$ 500.000 millones para la implementación completa.
No obstante, el experto en astrodinámica Thomas González advierte que la inversión real del proyecto podría ser mucho mayor, dada la complejidad de su arquitectura en capas.
Golden Dome combinaría múltiples sistemas: interceptores cinéticos terrestres, marítimos y espaciales, sensores orbitales, armas de energía dirigida, y específicamente, tecnología de la próxima generación. Todo esto sería coordinado a través de algoritmos de inteligencia artificial que vincularán con precisión sensores y sistemas de respuesta.
Trump ha asegurado que el sistema estará operando antes de finalizar su mandato, ya que su desarrollo se basa en décadas de experiencia acumulada en defensa antimisiles.
Un proyecto complejo
Sin embargo, expertos como González cuestionan la viabilidad del cronograma, advirtiendo que aún hay múltiples fases operativas, técnicas y legales por definir. También destaca las limitaciones del plan del Pentágono y las restricciones impuestas por los tratados internacionales que regulan el uso del espacio exterior.
El físico Frederick Lamb, presidente del comité responsable del informe técnico, también ha señalado que hasta el momento no existe evidencia de que un sistema de tal magnitud pueda interceptar misiles con fiabilidad en condiciones reales.
Por su parte, el ingeniero aeroespacial Iain Boyd advierte que la intercepción de misiles hipersónicos representa un desafío tecnológico enorme. Sobre todo, porque rastrear estos proyectiles de forma continua requiere sensores multidominio de nueva generación y una capacidad de respuesta en tiempo real sin precedentes.
A esto se le suma otra dificultad técnica, como indica el especialista en defensa James Wells. Por ejemplo, una ojiva real se comporta en el espacio igual que un señuelo, ya que la ausencia de aire de ambos objetos viaja en trayectorias similares. Por ello, la defensa solo será efectiva si se logra distinguir con precisión las amenazas reales.
Una nueva era para EE.UU.
Queda presenciar si se logra ejecutar el proyecto en el plazo estimado, considerando que involucra infraestructura que aún no ha sido utilizada por cualquier otro sistema de defensa. Esto exige una alta coordinación, no solo para el desarrollo armamentístico, sino también para el control del espacio como dominio operativo vital.
En definitiva, Estados Unidos, como uno de los actores centrales del sistema internacional, busca mantener supremacía estratégica a través de la modernización constante de su infraestructura de defensa. Con Golden Dome apunta a reforzar dos de los tres grandes objetivos del Departamento de Defensa: reconstruir la capacidad militar y restablecer la disuasión.
En un mundo marcado por la interdependencia y cambios geopolíticos vertiginosos, Estados Unidos apuesta por la interoperabilidad total y la anticipación de herramientas que garanticen su seguridad. Busca la paz por medio de la fuerza, y su estrategia es muy clara: disuadir al adversario antes de que siquiera contemple atacar.
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