Este 22 de julio, la NASA lanzará una nueva pareja de satélites rumbo a la órbita terrestre baja como parte de la misión TRACERS. Su objetivo es estudiar las tormentas solares y evaluar el impacto de la actividad solar en la Tierra.

¿Qué investigará TRACERS?

TRACERS (Tandem Reconnection and Cusp Electrodynamics Reconnaissance Satellites) está compuesta por dos satélites gemelos que volarán en tándem. Su órbita será heliosíncrona —estarán siempre del lado diurno de la Tierra—, y atravesarán las cúspides polares, una región clave del escudo magnético terrestre.

Las cúspides polares actúan como “puertas” en la magnetosfera, donde las líneas del campo magnético terrestre se abren hacia los polos. Son, en otras palabras, puntos vulnerables por los que pueden filtrarse partículas solares.

TRACERS Campo magnetico de la Tierra
Campo magnético de la Tierra. Las cúspides se encuentran en los polos, donde las líneas del campo magnético descienden.

Cuando el viento solar —una corriente de partículas cargadas emitidas por el Sol— choca contra la magnetosfera, las líneas del campo magnético pueden sobrecargarse, romperse y reconectarse. Este fenómeno, conocido como reconexión magnética, libera enormes cantidades de energía y acelera partículas hacia la atmósfera. En eventos extremos, este proceso puede desencadenar tormentas solares capaces de dañar satélites, redes eléctricas y sistemas de navegación, además de provocar auroras espectaculares.

Tormeta solar NASA TRACERS
Tormenta solar incidiendo sobre el campo de la Tierra. Se observan las partículas solares filtrándose por las cúspides polares.

Un enfoque doble para un problema complejo

El desafío de estudiar este proceso ha sido, históricamente, la falta de continuidad. Un único satélite puede registrar datos solo durante breves momentos cada 90 minutos, lo que deja muchas incógnitas sobre cómo y por qué varía la reconexión magnética.

TRACERS, al operar con dos satélites separados por apenas dos minutos, permitirá obtener mediciones casi simultáneas del mismo fenómeno. Esto facilitará observar en tiempo real cómo evoluciona el acoplamiento entre el viento solar y la magnetosfera terrestre.

“Son cosas fundamentales que necesitamos entender”, explicó David Miles, investigador principal del proyecto y científico de la Universidad de Iowa.

Ilustración de los satélites que componen TRACERS.

Qué instrumentos lleva y qué datos se esperan

Cada satélite TRACERS está equipado para medir la intensidad de los campos magnético y eléctrico en las regiones donde ocurre la reconexión, así como el comportamiento de los iones y electrones atrapados en esas zonas. El objetivo es comprender cómo se acopla el flujo de partículas solares con el entorno cercano a la Tierra, y cómo varía ese acoplamiento según el lugar y el momento.

“Lo que aprendamos será clave para predecir cómo la energía solar impacta no solo a la Tierra, sino también a nuestros recursos tecnológicos: desde GPS y telecomunicaciones hasta satélites y astronautas en órbita”, comenta Joe Westlake, director de la División de Heliofísica de la NASA.

Una misión que se suma a un esfuerzo global

TRACERS no actuará solo. Su órbita baja complementará el trabajo de sondas como MMS (Magnetospheric Multiscale Mission), que observa la reconexión desde 590 km de altitud y EZIE, que investiga las corrientes eléctricas inducidas por el viento solar en la atmósfera. También se suma a PUNCH, diseñada para investigar cómo la corona solar se conecta con la heliosfera.

Si todo sale según lo previsto, los datos recolectados ayudarán a mejorar nuestra capacidad de predecir y mitigar los efectos de las tormentas solares. Esto es clave para proteger la infraestructura crítica que sostiene nuestra vida moderna.

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