Dos pequeños puertos espaciales en Suecia y Noruega buscan convertirse en las primeras bases del continente europeo en lanzar satélites al espacio desde su propio suelo. En un contexto geopolítico cada vez más tenso y con una dependencia crítica de Estados Unidos, Europa apunta a construir su autonomía también en el ámbito espacial.

Un impulso geopolítico y estratégico desde el ártico

Durante los últimos años, las políticas proteccionistas del presidente estadounidense Donald Trump y la guerra en Ucrania pusieron en evidencia la fragilidad europea en temas como la defensa y la conectividad espacial. Un ejemplo es el caso de la red de satélites Starlink, que se volvió esencial para las comunicaciones ucranianas. Es por eso que ante el temor de que Elon Musk, en nombre de Estados Unidos, limite el acceso al sistema, la Comisión Europea busca alternativas.

“Perdimos competitividad frente a actores como SpaceX. Necesitamos tener nuestras propias capacidades de lanzamiento”, reconoció Andrius Kubilius, comisionado europeo para Defensa y Espacio. En 2024, Estados Unidos realizó 154 lanzamientos orbitales. Europa, apenas tres.

Nuevos centros de lanzamiento al norte del mundo

En este panorama, surgen dos esperanzas para Europa: el centro espacial Esrange, en Suecia, y el puerto espacial de Andøya, en Noruega.

Esrange, ubicado a 200 km del Círculo Polar Ártico, cerca de la triple frontera entre Suecia, Finlandia y Noruega, tiene una ventaja excepcional: más de 5.200 km cuadrados de terreno deshabitado. Allí se instaló en 1964 la base operada por la Swedish Space Corporation, una compañía estatal. Su primera actividad fue lanzar cohetes suborbitales de investigación, pero en 2023 fue inaugurada como el primer sitio de lanzamiento orbital del continente.

Actualmente se están finalizando nuevas plataformas de lanzamiento, hangares e instalaciones científicas, con el objetivo de permitir lanzamientos comerciales y militares desde suelo sueco. El entorno resulta ideal: baja contaminación lumínica, fácil control del tráfico aéreo y espacio suficiente para recuperar etapas de cohetes.

Vista general del Centro Espacial Esrange en el norte de Suecia.

Por su parte, el puerto espacial Andøya, ubicado en una isla al norte de Noruega, también está en plena expansión, y ya cuenta con una licencia para realizar hasta 30 lanzamientos anuales. Es mayoritariamente estatal, con la firma de defensa Kongsberg como socia minoritaria.

En marzo de 2025, Andøya logró su primer hito: a prueba exitosa de un cohete de la startup alemana ISAR Aerospace, capaz de transportar hasta 1.000 kg de carga útil. La empresa ya tiene reservas completas para los próximos años, incluso antes de su primer lanzamiento orbital real.

“El mayor catalizador fue probablemente la reelección de Trump. Irónicamente, hizo más por la defensa europea que cualquier político del continente”, afirmó Daniel Metzler, CEO de ISAR.

Puerto espacial Andoeya
Sitio de lanzamiento de ISAR Aerospace en el puerto espacial Andøya.

Carrera a contrarreloj

Ambos centros trabajan con cronogramas ambiciosos. ISAR planea sus primeros vuelos comerciales para 2026, al tiempo que desarrolla cohetes parcialmente reutilizables. Otros actores ya aseguraron lugar en Esrange, como la estadounidense Firefly Aerospace, especializada en lanzamientos rápidos —capaces de poner un satélite en órbita con solo 24 horas de aviso—, y la coreana Perigee Aerospace.

Por el momento, el único puerto espacial europeo operativo es el centro espacial de Kourou, en Guayana Francesa —a 7.000 km de París. Desde alí, despegó el nuevo Ariane 6 este año. Aunque puede transportar cargas mayores que el Falcon 9 de SpaceX, el Ariane 6 no es reutilizable y tiene costos más elevados por lanzamiento. Además, no es suficiente para abastecer la creciente demanda europea.

Ariane 6 Kourou Guayana Francesa
Lanzamiento del Ariane 6 desde el centro espacial de Kourou, en Guayana Francesa.

La apuesta por el Ártico busca revertir esta tendencia. Esrange y Andøya ofrecen algo más que nuevos sitios de lanzamiento: representan una oportunidad concreta para que Europa reduzca su dependencia tecnológica, refuerce su defensa y gane un lugar más competitivo en la nueva economía espacial.

“Todavía queda mucho trabajo: instalar todos los sistemas técnicos y realizar muchas pruebas. Pero dentro de un año, probablemente tengamos todo listo”, anticipó Lennart Poromaa, director de Esrange.

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