Por motivos ambientales y presiones de organizaciones conservacionistas, la Fuerza Aérea de Estados Unidos (USSF) dio marcha atrás con su plan de instalar plataformas de aterrizaje de cohetes en el atolón Johnston, una remota isla del Pacífico que sirve como refugio crítico para aves marinas.
El proyecto formaba parte del programa Rocket Cargo Vanguard (RCV), una iniciativa que busca desarrollar vehículos espaciales comerciales capaces de entregar hasta 100 toneladas de carga en cualquier punto del planeta, en cuestión de horas.
La propuesta incluía la construcción de dos plataformas de aterrizaje para cohetes comerciales, con capacidad para realizar hasta 10 descensos anuales. Aunque no se mencionó directamente a SpaceX, la empresa es la única que desarrolla actualmente un lanzador con estas capacidades, por lo que se la considera la principal candidata del programa.

El atolón Johnston: entre pruebas nucleares y conservación ambiental
Ubicado a 1.500 km al suroeste de Hawái y rodeado por 1,5 millones de km cuadrados de océano, el atolón Johnston tuvo una historia contradictoria. Aunque fue designado como refugio natural para aves marinas en 1926, décadas más tarde fue intensamente utilizado por el ejército de EE.UU. para ensayos nucleares y la destrucción de armas químicas, especialmente entre los años 50 y principios de los 2000.
Recién tras el retiro militar en 2004 comenzaron programas de restauración ecológica que lograron revertir buena parte del daño. Hoy, la población de aves ha vuelto a alcanzar los 1,5 millones de ejemplares.
Justamente, esta recuperación activó las alarmas de organizaciones como el American Bird Conservancy (ABC), que se opusieron a la instalación de infraestructura espacial en la isla.

La respuesta ambiental y la pausa del proyecto
Antes de optar por Johnston, se evaluaron otros posibles sitios para el programa: Kwajalein, Midway y Wake Island, todos ellos ya operativos para funciones militares. Sin embargo, según un comunicado oficial, “Johnston era el único lugar que cumplía con los requisitos operativos para el programa de pruebas de cuatro años”.
En marzo, la Fuerza Aérea anunció que realizaría una evaluación ambiental para analizar el impacto potencial del proyecto. Pero, tras las objeciones del ABC el proceso se fue postergando, hasta que ahora se suspendió indefinidamente. No se confirmó si esta decisión está directamente relacionada con las protestas ambientales, ni si la evaluación se reanudará o se cancelará de forma definitiva.
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