Durante una prueba en tierra, un motor de cohete diseñado para misiones lunares de la NASA sufrió una explosión repentina en pleno encendido. Lo que debía ser un ensayo de rutina terminó con una violenta fuga de gases y fragmentos expulsados desde la zona de la tobera, dejando en evidencia una falla crítica en el sistema. El ensayo, a cargo de Northrop Grumman, buscaba validar por primera vez el diseño BOLE (Booster Obsolescence and Life Extension), una versión modernizada y más potente del propulsor que impulsa al Space Launch System (SLS), el gigantesco cohete con el que la agencia espacial pretende volver a la Luna con astronautas a bordo.
A poco más de 100 segundos de encendido, el propulsor empezó a liberar gases por un costado de la tobera. Segundos después, el motor se encendió en llamas, en plena transmisión en vivo de la NASA. Pese a la falla, el motor continuó ardiendo hasta completar el tiempo previsto de combustión.
¿Qué es el sistema BOLE y por qué es importante?
El propulsor BOLE es parte de una actualización profunda del sistema de lanzamiento SLS. A diferencia de los antiguos boosters del transbordador espacial, este modelo incorpora estructuras de fibra de carbono, una nueva formulación de propelente y otras mejoras que prometen un 10% más de rendimiento. En términos prácticos, permitiría transportar cinco toneladas más hacia la Luna.
Esta versión estaba pensada para usarse a partir de la misión Artemisa 9, prevista para la década del 2030. Sería el reemplazo definitivo de los antiguos cascos de acero utilizados en las primeras misiones del programa Artemisa.
A pesar de la falla, Jim Kalberer, vicepresidente de sistemas de propulsión de la empresa, sentenció en un comunicado: “El motor se comportó bien en un entorno de quemado exigente. Este resultado nos deja datos muy valiosos para ajustar el diseño”. También destacó que están llevando al límite la ingeniería de cohetes sólidos segmentados de gran escala.
Por ahora, no se conocen detalles técnicos sobre la causa de la fuga ni sobre el daño estructural que pudo haber provocado.
Un futuro lunar cada vez más incierto
El plan de vuelo para el BOLE no está garantizado. De hecho, el presupuesto propuesto por la NASA para 2026 incluye la cancelación del programa SLS después de Artemisa 3.
La falla en la prueba de este nuevo propulsor no solo implica un posible rediseño, sino también mayores demoras y dudas sobre la viabilidad a largo plazo del cohete. La situación agrava la incertidumbre de un programa que ya viene lidiando con retrasos, sobrecostos y críticas por su falta de flexibilidad frente a opciones comerciales más baratas.
Northrop Grumman ya había enfrentado un incidente similar en octubre de 2024. En ese entonces, uno de los dos propulsores sólidos GEM 36XL —más pequeños que el BOLE— perdió la tobera durante el segundo lanzamiento del cohete Vulcan, de United Launch Alliance. Aunque la misión pudo completarse, el rendimiento del booster se vio afectado. La causa fue un defecto de fabricación en una pieza interna, y las correcciones se validaron en febrero de este año, en una nueva prueba.
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