Desde que SpaceX lanzó los primeros satélites del sistema en 2019, el proyecto siguió escalando hasta convertirse en la constelación más grande jamás desplegada. Con la ambición de llevar internet veloz y global a los rincones más remotos, la expansión de Starlink también despertó preocupación en la comunidad científica, especialmente entre astrónomos y expertos en seguridad espacial. En esta nota, recorremos los aspectos técnicos clave, los avances logrados y las controversias que rodean a una de las iniciativas más ambiciosas de la era espacial.

¿Qué es Starlink y cómo funciona?
Starlink es un servicio de internet satelital que opera mediante una megaconstelación de satélites en órbita terrestre baja (LEO), a unos 550 km de altitud. A diferencia del internet tradicional que depende de cables terrestres, los satélites Starlink transmiten datos directamente desde el espacio, reduciendo la latencia respecto a sistemas geoestacionarios.
Los usuarios se conectan a través de un kit terrestre que incluye una antena direccional, un router wifi y una fuente de alimentación. Esta arquitectura permite acceder a internet en zonas remotas, marítimas o afectadas por desastres naturales, donde otras infraestructuras no llegan.
Una constelación que no para de crecer
Hasta el 30 de mayo de 2025, hay 7.578 satélites Starlink en órbita, de los cuales 7.556 están activos. La cifra contrasta con los apenas 14.450 satélites lanzados en toda la historia espacial hasta 2022.
La versión actual, denominada Starlink V2 Mini, pesa unos 800 kg, casi el triple que los modelos originales. Están equipados con propulsores de efecto Hall alimentados por argón, antenas de matriz en fase mejoradas y capacidad de transmisión en banda E, lo que multiplica por cuatro su capacidad de datos.
SpaceX planea una flota de hasta 42.000 satélites, tras la autorización de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) para lanzar 12.000 y una solicitud internacional para 30.000 adicionales.
Impacto en la astronomía y el espacio
El brillo de los satélites Starlink —especialmente tras el lanzamiento— genera fuertes reflejos que interfieren en observaciones astronómicas, tanto ópticas como de radiofrecuencia. Telescopios como el Observatorio Vera Rubin podrían ver comprometida su capacidad de escanear el cielo con precisión.
La Unión Astronómica Internacional (IAU), la Sociedad Astronómica Estadounidense (AAS) y organismos científicos de todo el mundo advierten que la proliferación de megaconstelaciones podría provocar un aumento generalizado del brillo del cielo nocturno y contaminar las observaciones.
SpaceX ha intentado mitigar el problema incorporando visores para reducir el brillo y colaborando con la comunidad científica. Sin embargo, la escala del despliegue exige regulaciones globales más estrictas, según expertos.

Riesgos de colisión y fenómenos solares
El crecimiento de la constelación ha convertido a Starlink en la principal fuente de riesgo de colisión en órbita baja, con más de 1.600 maniobras de evasión por semana involucrando sus satélites, según modelos del investigador Hugh Lewis.
Aunque están diseñados para desorbitarse y quemarse al final de su vida útil —estimada en cinco años—, este proceso plantea interrogantes sobre el impacto ambiental y los efectos que tienen sus restos en la atmósfera. Investigadores como Aaron Boley advierten que la quema de aluminio en las capas altas de la atmósfera podría generar óxidos capaces de afectar la capa de ozono y modificar la reflectividad del planeta.
A estos desafíos se suman las condiciones espaciales extremas, como las tormentas geomagnéticas. En febrero de 2022, un fenómeno de este tipo aumentó el arrastre atmosférico y provocó la reentrada prematura de hasta 40 satélites recién lanzados, evidenciando la vulnerabilidad del sistema ante el clima espacial.
Utilidad en emergencias y zonas aisladas
Más allá de las controversias, Starlink demostró ser una herramienta vital en situaciones críticas. En Ucrania, durante la invasión rusa, el sistema fue clave para restablecer comunicaciones. SpaceX envió más de 25.000 terminales al país, a veces sorteando bloqueos o interferencias.

También fue utilizado en Tonga tras la erupción volcánica y el tsunami de 2022, proporcionando conectividad en aldeas remotas donde las redes tradicionales habían colapsado. Más recientemente, durante los incendios forestales del oeste de Estados Unidos en 2025, el sistema fue empleado por equipos de emergencia para mantener comunicaciones en zonas rurales sin cobertura convencional.
Estos casos refuerzan el valor estratégico de una red satelital capaz de desplegarse rápidamente, activarse en minutos y operar sin depender de infraestructura terrestre.
¿Qué implica una constelación como Starlink para el espacio cercano?
Starlink representa una revolución tecnológica con impacto real y positivo en la conectividad global. Pero también es un experimento a escala planetaria, con consecuencias aún inciertas para la ciencia, el clima y la seguridad orbital.
La pregunta no es si debe existir, sino cómo debe regularse. En palabras de la astrónoma Arwen Rimmer: “Aquí hay una tarea más apolítica que ninguna otra: proteger nuestros cielos.”
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