Un grupo de científicos de la NASA descubrió que el núcleo de Marte se formó mucho antes que el de la Tierra. El fenómeno se habría producido por la infiltración de metales fundidos ricos en azufre a través de la roca sólida del planeta. Este proceso, además de acelerar la formación del núcleo, dejó una curiosa huella química: el característico olor a huevo podrido asociado al azufre.
Un planeta dividido en capas
Como la Tierra, Marte está compuesto por capas. Presenta una corteza en la superficie, un manto por debajo y, en el centro, un núcleo metálico. Este proceso de separación por densidad se llama diferenciación planetaria. Los elementos pesados, como el hierro y el níquel, tienden a hundirse al centro, mientras que los más livianos quedan arriba.
En general, se cree que esta diferenciación ocurre cuando el interior del planeta se vuelve lo suficientemente caliente y fundido, gracias a la desintegración de isótopos radiactivos como el aluminio-26.
En la Tierra, esa transformación tomó miles de millones de años. Pero Marte no siguió ese ritmo. Muestras de meteoritos marcianos revelan una firma isotópica que indica que su núcleo se formó en solo unos pocos millones de años después del nacimiento del sistema solar.

El misterio del núcleo exprés
Hasta ahora, los modelos de formación planetaria no podían explicar cómo Marte logró diferenciar su interior tan rápido sin haber crecido de forma anómala. Pero un equipo del centro ARES (Astromaterials Research and Exploration Science) del Johnson Space Center de la NASA encontró una pista clave.
La hipótesis: en la región del disco protoplanetario donde nació Marte —hace unos 4.500 millones de años— coexistían tanto metales pesados como elementos más livianos como el oxígeno y el azufre. En ese ambiente mixto, se habrían formado compuestos como sulfuros de hierro y níquel, capaces de fundirse a temperaturas más bajas que las necesarias para derretir la roca de silicato.
Para probarlo, el equipo liderado por Sam Crossley calentó muestras ricas en sulfatos a más de 1.020 °C en el Laboratorio de Petrología Experimental de la NASA. Esa temperatura basta para fundir sulfuros, pero no silicatos. Usando tomografía computada por rayos X, observaron cómo los sulfuros fundidos se infiltraban en grietas microscópicas de la roca sólida, moviéndose hacia el interior, tal como lo harían en un planeta joven.
Evidencia química y forense
Pero lo más impresionante llegó después. Para comprobar si este fenómeno realmente ocurrió en cuerpos planetarios reales, el equipo buscó firmas químicas en meteoritos ricos en oxígeno. Replicaron en laboratorio los patrones químicos que se observan en esos meteoritos, fundiendo sulfuros sintéticos con trazas de metales del grupo del platino: iridio, osmio, paladio, platino y rutenio.
Jake Setera, otro investigador del equipo, diseñó un método de ablación láser que permitió rastrear estos metales sin destruir las muestras.
Los resultados del estudio, publicado en Nature, fueron claros. Los residuos metálicos encontrados coincidían con los de ciertos meteoritos condríticos, señal inequívoca de que los sulfuros fundidos realmente migraron hacia el núcleo en planetas primitivos, incluso antes de que su interior estuviera completamente derretido.
¿Y qué implica eso? Que el centro de Marte podría oler, literalmente, a huevo podrido.
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