VENG S.A. encendió el futuro espacial de Argentina con la exitosa prueba del motor MT-B, realizada en el Centro Espacial Teófilo Tabanera (CETT), en Córdoba. Este avanzado propulsor de segunda etapa, diseñado para cohetes espaciales, superó su primer ensayo de fuego, marcando un hito para el Sistema Nacional de Servicios de Lanzamiento Espacial Comercial y acercando al país a su objetivo de tener capacidad autónoma para lanzar cargas útiles al espacio.
El MT-B es parte del programa ISCUL (Inyector Satelital de Cargas Útiles Livianas), una iniciativa que busca desarrollar lanzadores nacionales para colocar satélites en órbita. Con su diseño de vanguardia y tecnología propia, este motor consolida el avance de la industria espacial argentina, reduciendo la dependencia de proveedores extranjeros y posicionando al país como un actor emergente en el acceso al espacio.

Tecnología de vanguardia: El motor MT-B
El MT-B es un motor de cohete liquido desarrollado por VENG, que utiliza queroseno refinado (RP-1) y oxígeno líquido (LOX) como propelentes. Esta mezcla es una de las opciones más utilizadas en la industria aeroespacial moderna debido a su eficiencia y facilidad de manejo.
El diseño del MT-B se destaca por incorporar tecnología avanzada que lo posiciona entre los motores más modernos de su clase. Fue desarrollado como sistema de propulsión para la segunda etapa del vehículo Tronador TII-250.
Una de sus principales innovaciones es la fabricación de la cámara de empuje mediante tecnología aditiva y de electroconformado. Esta tecnología brinda mayor precisión en el diseño y reduce los tiempos y costos de producción, optimizando los procesos industriales sin comprometer la calidad.
Además, el motor está equipado con un sistema de alimentación forzada por ciclo abierto con generador de gases, lo que significa que utiliza una turbobomba para impulsar los propelentes hacia la cámara de combustión. Esta cámara de empuje es de diseño regenerativo, lo que permite su refrigeración efectiva mediante el paso del propio combustible antes de su combustión.
Las técnicas avanzadas de atomización optimizan la mezcla de queroseno y LOX, garantizando una combustión eficiente y maximizando el rendimiento del motor.
La primera prueba en Córdoba
Durante su primer ensayo de fuego, el MT-B alcanzó un empuje de 4,1 toneladas, superando las expectativas de rendimiento y estabilidad del proyecto.
Pero más allá de su capacidad de empuje, el propulsor demostró su habilidad de reencenderse en vuelo, una característica crítica para mejorar la flexibilidad en misiones espaciales. Esta capacidad permite realizar ajustes en la trayectoria o realizar múltiples encendidos en diferentes fases del vuelo, una funcionalidad clave para misiones de múltiples etapas.
El MT-B está diseñado para un tiempo total de quema de 600 segundos, lo que lo hace apto para misiones prolongadas que requieren precisión en el control de empuje. Estas características cumplen con los objetivos técnicos del programa ISCUL (Inyector Satelital de Cargas Útiles Livianas), mientras que refuerzan el compromiso nacional con el desarrollo de tecnologías espaciales de vanguardia.
El programa ISCUL: Construyendo el acceso espacial argentino
El desarrollo del MT-B se enmarca en el programa ISCUL, una iniciativa liderada por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) y ejecutada por VENG.
Su objetivo es crear una familia de lanzadores espaciales que permitan a Argentina colocar satélites en órbita polar y baja, cubriendo necesidades de observación terrestre, comunicaciones y ciencia.
El programa ISCUL sigue los principios del movimiento “New Space”, que promueve tecnologías espaciales de bajo costo y rápida integración. Esto incluye el uso de técnicas avanzadas, como la impresión 3D y sistemas de propulsión reutilizables.
El Centro Espacial Teófilo Tabanera: Un pilar para la industria espacial nacional
El CETT, operado por la CONAE en Falda del Cañete, Córdoba, es el epicentro del desarrollo espacial argentino. Este complejo cuenta con instalaciones de vanguardia, como la Estación Terrena Córdoba, el Centro de Control de Misión y el Laboratorio de Integración y Ensayos, donde se llevan a cabo pruebas cruciales para proyectos espaciales.
La realización de la prueba del MT-B en este centro destaca la importancia de contar con infraestructura nacional de alta tecnología. Esto permite a Argentina avanzar en su capacidad para diseñar, construir y probar componentes espaciales sin depender de terceros.
Cada nueva prueba y desarrollo refuerza el compromiso del país con la autonomía tecnológica y consolida su posición como un actor emergente en la industria espacial global.
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