Por Jimena Zahn

El pasado 28 de abril, España y Portugal, junto con el sur de Francia, experimentaron el mayor apagón desde la historia de estas naciones. En tan solo cinco segundos, 15 gigavatios (GW) cayeron del sistema nacional español. Esto fue un equivalente al 60% de la demanda energética de todo el país en ese momento. Así mismo, 5 GW se perdieron de la red portuguesa. Andorra y algunas zonas del sur de Francia también se vieron afectadas.

Primeras hipótesis

Tras los cortes de electricidad, diversas partes interesadas buscaron explicaciones. El presidente español Pedro Sánchez indicó que no se descartaba ninguna hipótesis.

Red Eléctrica descartó un ciberataque, error humano o causas meteorológicas, aunque la Audiencia Nacional investiga la posibilidad de un ciberataque. Algunos servicios de inteligencia, como la agencia de ciberseguridad INCIBE y al servicio de inteligencia CNI, se involucraron para investigar lo ocurrido.

Inicialmente, se atribuyó el corte a un “fenómeno atmosférico inusual” por el operador portugués REN, quien luego negó esta afirmación. Expertos describieron este fenómeno como “vibraciones atmosféricas inducidas” por cambios de temperatura o presión. Otras teorías apuntan a fallas en infraestructuras o una divergencia en la frecuencia eléctrica estándar europea. Algunos analistas sugieren que oscilaciones de frecuencia previas, incluso comparables a las de Letonia en la red europea, podrían ser la causa.

Las causas más viables

Aunque muchas fuentes de investigación continúan abiertas para dilucidar los motivos del apagón, todo apunta a que el fallo se dio por una concatenación de problemas.

En primer lugar, la red eléctrica está diseñada para soportar el fallo en alguno de sus elementos. Es decir, el sistema tiene varios “cortafuegos” que limitan la falla para evitar su propagación masiva. El expresidente de la Red Eléctrica española, Luis Atienza, señaló que, en este caso, los sistemas automáticos para encapsular el apagón no funcionaron.

La segunda variable es la escasa operatividad de la inercia sincrónica de la red. La inercia sincrónica es el término técnico que se refiere a la capacidad de generadores síncronos para mantener la frecuencia de la red eléctrica estable al resistir cambios bruscos en la velocidad de rotación debido a la masa giratoria de sus componentes. Dicho de otra forma, es la resistencia que ponen los generadores ante los cambios de aceleración o deceleración, que contribuye a mantener el sistema eléctrico en niveles estables.

Las redes peninsulares antes del incidente se alimentaban principalmente de un 59% de energía solar y un 11% de energía eólica. Las centrales eléctricas de componentes giratorios (hidroeléctricas, nucleares, térmicas) tienen mucha inercia y energía cinética almacenada en su movimiento. Esto ayuda a que la red eléctrica se mantenga estable cuando producen menos energía. Pero las plantas solares y eólicas no tienen esta fuerza de forma natural. Esto significa que la falta de esta “fuerza giratoria” podría haber hecho más difícil arreglar los problemas en la red.

Este factor no representa un problema directo de las renovables, ya que existen soluciones tecnológicas para proveer a las centrales de generación solar y eólica de inercia sintética. Las baterías, las fuertes interconexiones y los convertidores electrónicos representan una solución ante esta problemática.

El último factor apunta a la falta de interconexión de la península Ibérica con el sistema europeo. De alguna manera, cuanto más conectadas están las redes eléctricas, son más seguras y tienen una mayor capacidad para superar problemas”. En 2023, la capacidad de interconexión de España representaba solo el 4,4% de la producción estatal. Esa es una cifra muy inferior al 15% que la Unión Europea se ha propuesto alcanzar para 2030.

¿Realmente las renovables tuvieron un papel primordial en el apagón?

A medida que los analistas comenzaron a investigar la causa del apagón, muchos señalaron la alta proporción de energías renovables en la matriz eléctrica española.

El 16 de abril, la red eléctrica española funcionó íntegramente con fuentes renovables durante un día completo por primera vez en la historia. La energía eólica representó el 46% de la producción total, la solar el 27%, la hidroeléctrica el 23% y la termosolar, entre otras, cubriendo el resto, según PV Magazine.

España tiene como objetivo alcanzar el 81% de energía renovable para 2030 y el 100% para 2050.

En el momento del apagón del lunes, la solar representaba el 59% del suministro eléctrico del país, la eólica casi el 12%, la nuclear el 11% y el gas alrededor del 5%, informó The Independent.

Tras el apagón, Eduardo Prieta de Red Eléctrica sugirió que la energía solar podría haber estado involucrada en los problemas iniciales, lo que generó debate sobre la gestión de redes con alta dependencia de renovables.

Algunos sectores políticos que se oponen a las renovables, argumentaron que esto demostraba la necesidad de un mix energético equilibrado. Se abogó sobre todo por fuentes nucleares

Ante esto, muchos expertos europeos salieron a contradecir: Dan Jørgensen, responsable de energía de la UE, negó que el apagón se debiera a una fuente específica, como las renovables. La ministra española de Medio Ambiente, Sara Aagesen, también rechazó que la energía solar fuera la culpable, señalando que el sistema había funcionado bien en situaciones similares. Se destacó la pérdida de “inercia” al pasar de centrales térmicas a renovables, ya que las turbinas de las centrales térmicas ayudan a estabilizar la frecuencia de la red.

Todo parece señalar a que más que una culpa individualizada a las energías renovables, la causa del apagón masivo se debe a un fallo orgánico en el sistema.

Para Lucía Dólera, responsable de desarrollo de negocio de sistemas de almacenamiento a gran escala en Europa en Jinko ESS, el reciente apagón es una llamada de atención ineludible. “Si queremos un sistema eléctrico confiable y resiliente, necesitamos acelerar la implantación del almacenamiento y de tecnologías grid-forming. No es solo una cuestión de futuro, sino de evitar fallos sistémicos como el que acabamos de vivir”.

El “Grid forming”, o formación de red, es una tecnología que permite a los inversores, que convierten la energía renovable en electricidad, generar y controlar la tensión y frecuencia de la red eléctrica de forma independiente, imitando el comportamiento de las centrales eléctricas tradicionales. Esto es crucial para la estabilidad de la red. Especialmente con la creciente integración de energías renovables que no tienen inercia natural como las plantas térmicas. 

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