La nave Blue Ghost de Firefly Aerospace logró algo histórico: convertirse en el primer módulo lunar comercial en aterrizar y operar plenamente en la superficie de la Luna.

Pero más allá del éxito técnico, la misión estuvo llena de sorpresas que aportarán datos cruciales para las futuras operaciones robóticas y humanas en nuestro satélite.

Un aterrizaje perfecto en Mare Crisium

El 2 de marzo, Blue Ghost Mission 1 tocó suelo lunar en la zona objetivo de Mare Crisium, apoyándose con precisión sobre sus cuatro patas de aterrizaje.

Allí, desplegó diez instrumentos científicos y equipos de demostración tecnológica enviados bajo el programa Commercial Lunar Payload Services (CLPS) de la NASA.

El módulo superó ampliamente su misión inicial. Funcionó más de 14 días en superficie, un total de 346 horas de luz solar, e incluso resistió unas cinco horas más al entrar en la gélida noche lunar.

Blue Ghost
El módulo lunar Blue Ghost de Firefly Aerospace capturó impresionantes imágenes de la Luna tras su segunda maniobra de inserción orbital lunar, realizada el 24 de febrero de 2025. Fuente: Firefly Aerospace.

El secreto: equilibrio y preparación extrema

Durante el 40° Simposio Espacial, Jason Kim, CEO de Firefly Aerospace, confesó entre risas que en el momento del aterrizaje hubiera necesitado un monitor cardíaco por los nervios. Sin embargo, resaltó la confianza en su equipo y en la tecnología propia.

“Realizamos siete maniobras de motor importantes con tecnología desarrollada internamente, y funcionó a la perfección. Vamos a seguir usando estos motores una y otra vez”, aseguró Kim.

Una de las claves del éxito fue el diseño del módulo, que incluyó cuatro tanques de propelente dispuestos simétricamente para mantener el centro de gravedad estable a medida que cambiaba la masa de la nave durante la misión.

Además, el equipo realizó más de 500 horas de simulaciones y ensayos antes del lanzamiento, perfeccionando cada detalle.

Otro hito fue el aterrizaje completamente autónomo de Blue Ghost. Kim destacó que, al no depender de comunicaciones en tiempo real ni de decisiones humanas de último momento, se evitó cualquier latencia o error humano.

“En la última hora, todo fue autonomía pura. Eso fue lo que garantizó el éxito… pero también lo que hizo todo mucho más desafiante”, explicó.

De cara al futuro, Firefly planea incorporar niveles aún mayores de autonomía en todas sus naves, convencidos de que esa es la dirección en la que avanza la exploración espacial.

El módulo Blue Ghost de Firefly Aerospace capturó esta fotografía de un atardecer lunar el 16 de marzo de 2025. Fuente: Firefly Aerospace.

Hallazgos inesperados bajo la superficie lunar

Una vez posado en nuestro satélite natural, Blue Ghost comenzó de inmediato a operar sus instrumentos.

Entre los más destacados estuvieron LISTER (Lunar Instrumentation for Subsurface Thermal Exploration with Rapidity), un taladro desarrollado por la Universidad Tecnológica de Texas y Honeybee Robotics (una empresa de Blue Origin), diseñado para perforar hasta 3 metros. Sin embargo, el taladro solo alcanzó cerca de 1 metro de profundidad debido a formaciones rocosas extremadamente duras no previstas en el modelo geológico.

El experimento Lunar LISTER, a bordo de Blue Ghost de Firefly Aerospace, perfora la superficie de la Luna. Fuente: Firefly Aerospace.

Otro equipo clave fue Lunar PlanetVac, un sistema de recolección de regolito lunar que funcionó utilizando gas nitrógeno presurizado. Esta técnica resultó ser una solución de bajo costo y baja masa para futuras misiones de toma de muestras.

“Aprendimos muchísimo que no sabíamos”, resaltó Kim. Cada descubrimiento nutre a las próximas misiones CLPS de información invaluable.

Una Luna más caliente (y reflejante) de lo esperado

Otra gran sorpresa fue la temperatura en la superficie lunar durante las operaciones al mediodía solar. Firefly descubrió que el calor no solo era mayor al previsto, sino que empezaba antes y duraba más.

A eso se sumó un factor inesperado, el terreno. Blue Ghost aterrizó cerca de un gran cráter. La radiación solar no solo calentaba directamente al módulo, sino que además se reflejaba en las paredes del cráter, aumentando aún más la temperatura. Todos los componentes de la nave soportaron estas variaciones térmicas extremas, incluso operando fuera de los límites de diseño.

“Esto demuestra que necesitamos modelar con mucha mayor fidelidad las características geográficas de la Luna para futuras misiones”, apuntó Kim.

Frente al sobrecalentamiento, los ingenieros en Tierra aplicaron una solución ingeniosa. Utilizaron la antena rectangular del módulo, montada sobre una plataforma móvil, para crear sombra sobre el compartimiento de radio, manteniendo así las comunicaciones operativas.

“Somos de Texas, sabemos lo que significa buscar sombra”, bromeó Kim durante su presentación.

Un paso hacia la supervivencia nocturna

Pese a que la nave estaba diseñada para misiones diurnas, Blue Ghost logró extender sus operaciones cinco horas en la noche lunar, recogiendo datos científicos extra.

La estrella de esta etapa fue nuevamente el instrumento LISTER, el último en seguir operativo bajo temperaturas extremas.

El desempeño de las baterías superó las expectativas, y el análisis posterior sugiere que, mediante un diseño modular —agregando más baterías o radiadores—, futuros módulos podrían resistir toda la noche lunar.

Con estos resultados, Firefly ya avanza hacia Blue Ghost Mission 2. Esta nueva misión utilizará una combinación del módulo Blue Ghost y el vehículo orbital Elytra Dark para operar en la órbita lunar y en el lado oculto de la Luna.

La apuesta es clara: Firefly quiere establecer una presencia anual en la Luna, impulsando tanto misiones robóticas como, en un futuro, colaboraciones para la presencia humana.

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