Este domingo de Pascua, la comunidad astronómica tuvo la vista puesta en el espacio profundo. A más de 300 millones de km de la Tierra, la sonda Lucy de la NASA realizaba su segundo sobrevuelo de un asteroide, marcando otro paso clave en su ambiciosa travesía hacia los confines del sistema solar.

El objetivo del encuentro fue Donaldjohanson, un asteroide del cinturón principal que la nave espacial sobrevoló a tan solo 1.000 km de distancia este 20 de abril a las 14:51 (hora de Argentina).

Aunque el verdadero destino de Lucy son los asteroides troyanos que orbitan junto a Júpiter, esta etapa cumple un rol fundamental como ensayo general para los encuentros futuros.

Un viaje de 12 años para entender los orígenes del sistema solar

Lanzada en 2021, Lucy recorrerá el sistema solar durante 12 años con el objetivo de estudiar ocho asteroides troyanos, cuerpos que comparten la órbita de Júpiter y que se consideran reliquias intactas de la formación planetaria. Al analizar su composición, los científicos esperan encontrar pistas sobre los elementos que podrían haber dado origen a la vida.

Pero antes de llegar a los troyanos, Lucy necesita practicar. Su primer ensayo fue en noviembre de 2023, cuando se acercó al asteroide Dinkinesh.

El encuentro con Donaldjohanson representa su segunda prueba, y sirve para calibrar los instrumentos científicos a bordo.

Visualización de distintos asteroides, comparando su tamaño.

Herramientas de precisión para explorar lo desconocido

Durante el sobrevuelo, Lucy utilizó todo su arsenal tecnológico como si se tratara ya de una misión en terreno de Júpiter.

El equipo de instrumentos incluye, en primer lugar, a L’Ralph, una cámara multicolor y espectrómetro de imágenes en infrarrojo. Luego, a L’LORRI, un potente telescopio monocromático de alta resolución. Y, finalmente, a L’TES, un espectrómetro de emisión térmica que opera en el infrarrojo lejano, diseñado por el profesor Phil Christensen, de la Universidad Estatal de Arizona.

“La idea es observar a Donaldjohanson como si fuera un troyano más, para hacer un ensayo completo”, explicó Christensen. Su objetivo es analizar la composición química del asteroide, uno de los datos más valiosos para entender su historia.

Un lazo entre la ciencia espacial y la evolución humana

Más allá de su proximidad física, Lucy y Donaldjohanson comparten un vínculo simbólico profundo. La sonda lleva el nombre de “Lucy” en homenaje al famoso esqueleto de Australopithecus afarensis descubierto en 1974 en Etiopía. Este hallazgo fue clave en la comprensión de la evolución humana. ¿Y quién descubrió ese fósil? El paleoantropólogo Donald Johanson, en cuyo honor fue nombrado el asteroide.

En una charla filmada antes del sobrevuelo, Johanson dialogó con Christensen sobre el significado de la misión y el inesperado cruce de caminos entre sus disciplinas. Ante la posibilidad de que Lucy detecte un asteroide secundario —algo común ya que muchos asteroides viajan en pares—, Christensen no dudó en preguntar: “¿Cómo lo nombrarías?”.

La respuesta de Johanson fue tan sencilla como simbólica: “Eso voy a tener que pensarlo muy bien”.

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