Desde hace meses, la tensión en el Indo-Pacífico va en aumento: mientras la crítica cuestión de Taiwán está siempre presente, ahora las incursiones chinas en el mar de la China Meridional suman un nuevo foco de conflicto.

Por un lado, desde 1949, año en el que terminó la guerra civil china, Pekín está buscando la reunificación con Taiwán, isla en donde se refugió el Kuomintang tras ser derrotado por el Partido Comunista de Maozedong.

Sin dudas, la tensión en torno a este conflicto aumentó significativamente desde que el gobierno de Joe Biden están buscando reforzar los lazos entre EE.UU. y la isla de Formosa, principalmente a través de la provisión de armas y las visitas de altos funcionaros como Nancy Pelosi.

Para EE.UU., Taiwán es un aliado clave si se tiene en cuenta que es el mayor productor de semiconductores en el mundo.

Pero en la brevedad, en mayo, Lai Ching-te, ferviente defensor de la independencia de Taiwán, asumirá como presidente de la isla, lo que sin dudas complicará aún más las cosas.

Pero, como si no fuese suficiente, a esto se suma una creciente disputa diplomática y enfrentamientos marítimos entre China y Filipinas en el Mar de China Meridional.

Filipinas y China se disputan dos áreas ubicadas dentro de la zona económica exclusiva de 200 millas náuticas de Manila, pero que Pekín reclama como propias.

China, utilizando la llamada línea de nueve trazos, que abarca alrededor del 90% del Mar de China Meridional, afirma su reclamo de soberanía sobre Scarborough Shoal, un arrecife conocido por sus abundantes poblaciones de peces, y el Second Thomas Shoal.

En este último, vive un pequeño grupo marineros filipinos, a bordo de un oxidado buque de guerra que Manila dejó encallado intencionalmente en 1999 para promover sus reclamos territoriales.

En 2016, la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya dictaminó que los amplios reclamos de Pekín, a través de su línea de nueve puntos, no tenían base bajo el derecho internacional.

EE.UU. y Japón renueva esfuerzos

Ante el complicado panorama, la semana pasada Biden recibió al primer ministro de Japón, Fumio Kishida, y al presidente de Filipinas, Bongbong Marcos, para intentar profundizar sus vínculos con estos aliados.

En primer lugar, el estadounidense celebró una cumbre bilateral con Kishida y ambos prometieron una “nueva era” de cooperación estratégica entre Estados Unidos y Japón.

En este sentido, presentaron una serie de proyectos que van desde el desarrollo conjunto de misiles hasta alunizajes tripulados.

Para Washington, Japón es su “piedra angular” en el Indo-Pacífico. Por ello, ambos anunciaron planes para mejorar las redes de comunicaciones de defensa y conectar las capacidades de Estados Unidos, Australia y Japón para contrarrestar las amenazas aéreas y de misiles.

En esta línea, se implementarán medidas para mejorar la estructura de mando militar estadounidense en Japón para que pueda trabajar mejor con las fuerzas japonesas en una crisis.

Además, establecerán un foro sobre cooperación industrial en defensa para identificar áreas de codesarrollo y coproducción de misiles y mantenimiento de buques de guerra y aviones estadounidenses.

Por otra parte, establecerán un grupo de trabajo para la formación de pilotos de combate, que incluya inteligencia artificial y simuladores avanzados, y el codesarrollo y coproducción de aviones de entrenamiento.

Por último, los dos líderes también anunciaron que los astronautas japoneses participarán en misiones de alunizaje de la NASA, en el marco del programa Artemisa.

Sin embargo, quizás una de las grandes novedades es que EE.UU., Australia y Reino Unido, miembros de AUKUS, están considerando cooperar con Japón en capacidades y tecnologías avanzadas en una gran cantidad de áreas que incluyen computación cuántica, submarina, hipersónica, inteligencia artificial y tecnología cibernética.

Una alianza trilateral

Sin embargo, consciente de que debe seguir sumando aliados, Washington también firmó importantes acuerdos con Filipinas.

Por un lado, el año que viene planea implementar una patrulla conjunta de la Guardia Costera en la región del Indo-Pacífico y colocará “productos de ayuda humanitaria” no revelados en bases militares filipinas.

También se anunciaron nuevas inversiones en cables submarinos, logística, energías limpias y telecomunicaciones.

Sin embargo, la gran noticia de la jornada fue un acuerdo de cooperación entre Filipinas, Estados Unidos y Japón que, según Marcos, cambiará la dinámica en el Mar Meridional de China.

“Creo que el acuerdo trilateral es extremadamente importante. Va a cambiar la dinámica que vemos en la región, en la ASEAN en Asia, alrededor del Mar de China Meridional”, explicó.

Marcos adelantó que Filipinas podría recibir unos US$ 100.000 millones por acuerdos de inversión durante los próximos cinco a 10 años a partir de la cumbre.

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