El pasado domingo 24 de septiembre no fue un día más por la humanidad: la NASA recibió las tan esperadas muestras del asteroide Bennu.

Una cápsula espacial que transportaba la muestra más grande jamás extraída de la superficie de un asteroide fue lanzada desde la nave espacial robótica OSIRIS-REx, cuando esta pasaba a unos 107.826 kilómetros de la Tierra, aterrizando en el oeste de Salt Lake City, en el Utah Test and Campo de entrenamiento.

Así, llegó a su fin una misión de más de siete años que apenas representa la tercera vez en la historia de la humanidad en la que se logran recuperar partes de un asteroide: anteriormente, la agencia espacial japonesa logró hitos similares en 2010 y 2020, aunque la cantidad de material recuperado por la NASA es mucho más grande.

¿Cuándo se recogieron las muestras?

Bennu es un asteroide rico en carbono que fue descubierto en 1999 y que es clasificado como un “objeto cercano a la Tierra” porque pasa relativamente cerca de nuestro planeta cada seis años, aunque las probabilidades de un impacto se consideran remotas.

Aparentemente formado por una colección suelta de rocas, como un montón de escombros, Bennu mide 500 metros. Así, puede considerárselo pequeño en comparación con el asteroide Chicxulub que chocó contra la Tierra hace unos 66 millones de años y extinguió a los dinosaurios.

Por su parte, OSIRIS-REx se lanzó en 2016, llegó a Bennu en 2018, recogió su ejemplar en 2020 y partió de regreso a la Tierra en 2021. Además, tras lanzar sus muestras, la nave continuó su viaje hacia el asteroide Apophis, al que llegará en 2029.

Científicos de la NASA recuperando las muestras de Bennu. Créditos: NASA

¿Qué se busca averiguar?

Para empezar, se ha calculado que otro 24 septiembre, pero de 2182, existen alguna probabilidad de que Bennu impacte en la Tierra.

Aunque las posibilidades son de 1 en 2.700, el gran problema es que, si eso finalmente sucede, el impacto liberaría una energía similar a la de 22 bombas atómicas. Por ello, uno de los objetivos es estudiar las muestras para conocer más sobre esta potencial amenaza.

Sin embargo, el gran objetivo de estudiar la muestra de 250 gramos (las misiones japonesas trajeron 5 gramos cada una) es saber más sobre los orígenes de la Tierra.

La química y mineralogía de Bennu prácticamente no han cambiado desde que se formó hace unos 4.500 millones de años, por lo que contiene información valiosa sobre los orígenes y el desarrollo de planetas rocosos como la Tierra, e incluso puede contener moléculas orgánicas similares a las necesarias para la aparición de microbios.

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