Este jueves Japón hizo historia al lanzar una nave espacial de exploración lunar a bordo del cohete H-IIA de fabricación propia.

Con la esperanza de convertirse en el quinto país en alunizar, la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA) dijo que el cohete despegó del Centro Espacial Tanegashima en el sur del país según lo planeado.

Dentro del cohete se encuentra el módulo de aterrizaje SLIM: apodado el “francotirador lunar”, Japón pretende aterrizar con él a menos de 100 metros de su objetivo en la superficie del satélite natural.

Se espera que la misión, de US$ 100 millones, comience el aterrizaje en febrero, después de un viaje de más de cuatro meses hacia la Luna.

“El gran objetivo de SLIM es demostrar el alunizaje de alta precisión para lograr ‘aterrizar donde queremos’ en la superficie lunar, en lugar de ‘aterrizar donde podamos'”, explicó el presidente de JAXA, Hiroshi Yamakawa.

El lanzamiento se produce dos semanas después de que India se convirtiera en la cuarta nación en aterrizar con éxito una nave espacial en la Luna con su misión Chandrayaan-3. Un par de días antes, el módulo de aterrizaje ruso Luna-25 intentó hacer lo mismo, pero se estrelló mientras se acercaba al satélite.

Esta será la tercera vez que Japón intente alunizar: el año pasado, JAXA perdió contacto con el módulo de aterrizaje OMOTENASHI, mientras que el módulo Hakuto-R Mission 1, fabricado por la startup japonesa ispace, se estrelló en abril cuando intentaba descender a la Luna.

SLIM está programado para aterrizar en la cara visible de la Luna, cerca de Mare Nectaris, un mar lunar que, visto desde la Tierra, aparece como una mancha oscura. 

Si logra aterrizar, la nave tiene como objetivo analizar la composición de las rocas de olivino cercanas en busca de pistas sobre el origen de la Luna. 

Créditos: Kyodo/vía REUTERS

El satélite XRISM

En el cohete H-IIA también se lanzó el satélite XRISM (Misión de Espectroscopía e Imágenes de Rayos X), un proyecto conjunto de JAXA, NASA y la Agencia Espacial Europea. 

El satélite tiene como objetivo observar los vientos de plasma que fluyen a través del universo y que los científicos consideran clave para ayudar a comprender la evolución de las estrellas y galaxias.

Las estaciones terrestres en Hawaii y Japón recibieron señales de XRISM poco después del lanzamiento, confirmando que los paneles solares del satélite se desplegaron con éxito.

La misión XRISM tiene dos instrumentos: por un lado, está el Resolve, que es un “espectrómetro microcalorímetro”. Así, cuando un rayo X incide en el detector de 6×6 píxeles del instrumento, la energía provoca un pequeño aumento de temperatura y este puede medir la energía de cada rayo X individual para proporcionar información sobre la fuente, incluida la composición, el movimiento y el estado físico.

Por otro lado, está el Xtend que le proporciona a XRISM el mayor campo de visión de todos los satélites de imágenes de rayos X que han volado hasta la fecha.

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