Por Samantha Juárez
El dominio tecnológico se ha convertido en una pieza clave dentro de la guerra comercial entre China y Estados Unidos. Ambas potencias han dejado en evidencia que su objetivo es alcanzar la hegemonía en el sistema internacional, impulsando cambios notables en la dinámica geopolítica.
Diversos actores internacionales han contribuido a profundizar las tensiones entre estos Estados, al buscar acuerdos que respondan a sus propios intereses. Entre ellos se encuentra la empresa tecnológica Nvidia, reconocida por el uso de tecnologías avanzadas y su alto rendimiento en sistemas de escritorio, móviles y profesionales.
Un aspecto que distingue a la empresa es la arquitectura de sus chips, diseñada para garantizar un software estable y con gran rédito. No solo se enfoca en reducir la latencia, sino también en incrementar significativamente el rendimiento de los dispositivos.
Nvidia busca obtener una amplia presencia global, especialmente en el mercado chino, que en el último año representó el 13% de sus ingresos.
Este interés la ha llevado a considerar cuidadosamente las políticas de restricción impuestas en el 2023 por la administración de Joe Biden. Estas regulaciones afectaron las exportaciones de chips de gran poder de procesamiento hacia China, debido a que su uso podría fortalecer las capacidades militares del país asiático.
El chip H20
Como resultado, Nvidia diseñó un nuevo producto que cumpliera con la normativa estadounidense y evitara mayores pérdidas en ventas. Esto dio origen al chip H20.
Su innovación radica en que permite desde el entrenamiento de modelos de IA generativa hasta el análisis de datos a gran escala. Se convierte así en una pieza fundamental y estratégica tanto en el ámbito comercial como en el de defensa. En otras palabras, estos semiconductores facilitan de manera crucial el desarrollo de la inteligencia artificial.
No obstante, en abril de 2025 la administración Trump bloqueó las ventas de estos chips por la misma preocupación que el gobierno de Biden.
Posteriormente, en julio, el rumbo de los controles de exportación cambió mediante un acuerdo de quid pro quo. Se trató de un pacto sin precedentes en el que Nvidia debe otorgar un 15% de sus ingresos a la Administración Federal por las ventas del chip H20 a China, a cambio de licencias de exportación.
Desconfianza desde China
Pese a que Nvidia esperaba obtener mejores resultados con el levantamiento de la prohibición de la venta, lo que ha generado es una mayor desconfianza por parte de Beijing.
La Administración del Ciberespacio de China calificó la recomendación de la Casa Blanca de utilizar controles de exportación para verificar la ubicación de la GPU H20 como una “puerta trasera” para espiar al país.
Como respuesta, China ha instado a sus empresas de inteligencia artificial a utilizar sus servidores nacionales, aunque no tengan la misma capacidad tecnológica que los estadounidenses. La decisión se debe al temor por su seguridad y por las posibles vulnerabilidades de rastreo y posicionamiento vinculadas al gobierno de Estados Unidos.
La postura de Nvidia frente a esta situación ha sido de preocupación con relación a las ventas. Jensen Huang, el CEO de Nvidia, ha criticado las políticas de control de Washington, argumentando que las restricciones les hicieron perder aproximadamente 15.000 millones de dólares en ingresos.
A su criterio, si Estados Unidos pretende mantener un papel dominante en inteligencia artificial, su tecnología debería estar disponible globalmente y no restringirse, ni siquiera frente a su oponente.
Intentando calmar a Pekín
Por otra parte, para calmar a China, Nvidia ha asegurado que no existen razones para desconfiar.
La empresa subrayó que, aunque ciertos funcionarios estadounidenses sugirieron la integración de interruptores de seguridad de hardware que dieran acceso a la desactivación de las GPU de forma instantánea sin consentimiento del usuario, ellos lo rechazaron porque no tienen ni deben tener interruptores de seguridad ni de puertas traseras.
Han dejado claro que no hay spyware y que no pretenden socavar la confianza en la tecnología estadounidense, menos aún en el mercado chino, uno de sus principales compradores.
En definitiva, tanto Beijing como Washington permanecen atentos a las acciones del otro. En un contexto de interdependencia compleja, es inevitable que las estrategias adoptadas impacten en la seguridad y en los beneficios de otros actores, como ocurre con Nvidia.
Dentro de esta rivalidad, el chip H20 representa una de las modernizaciones y desarrollos que reforzarán la presencia de estas potencias en el escenario global. Asimismo, impulsa a cada Estado a fortalecer sus capacidades para reducir la dependencia externa, como es el caso de China con respecto a Nvidia.
En un mundo donde la inteligencia artificial y la ciberseguridad adquieren cada vez mayor relevancia, estos semiconductores se consolidan no solo como un avance tecnológico. También son un símbolo del pulso por la supremacía en la era digital, donde cada actor busca defenderse de cualquier amenaza que presente su adversario.
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