El Ejército de EE.UU. apuesta al espacio para conectar el campo de batalla con el NGC2

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Durante más de tres décadas, el Ejército de Estados Unidos ha perseguido una misma meta: un campo de batalla totalmente conectado, donde cada soldado, vehículo y sensor compartan datos en tiempo real. Los intentos previos —costosos y fallidos— nunca lograron cumplir esa promesa. Hoy, el desafío resurge bajo el nombre de Next Generation Command and Control (NGC2), un sistema que busca integrar inteligencia artificial, computación en la nube y conectividad espacial para transformar la forma de operar de las fuerzas terrestres.

El historial no es alentador. Programas como el Joint Tactical Radio System (JTRS), el Warfighter Information Network–Tactical (WIN-T) y el ambicioso Future Combat Systems (FCS) fracasaron en su intento por digitalizar al Ejército. El JTRS intentó concentrar demasiadas capacidades en una sola radio, volviéndola compleja e ineficiente. El WIN-T prometió un “internet de campaña” pero ofreció una red frágil y lenta. Y el FCS, concebido como una fuerza completamente interconectada, se convirtió en una de las cancelaciones más costosas del Pentágono.

Sin embargo, con el NGC2, el Ejército busca evitar los mismos errores. Apuntará a adoptar una arquitectura abierta y modular que evolucione al ritmo de la tecnología civil, no al de la burocracia militar.

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Un soldado del Ejército de la 1.ª División Blindada se prepara para el Proyecto Convergencia – Fase Final 5 (PC-C5) en Fort Irwin, California, en marzo de 2025. Fuente: U.S. Army.

Un modelo inspirado en la industria tecnológica

A diferencia de los proyectos tradicionales de defensa, el NGC2 se basa en un enfoque de prototipado continuo, más cercano al desarrollo de software que a los programas de armamento. La empresa Anduril Industries, surgida del ecosistema de startups tecnológicas, lidera la iniciativa con un contrato de casi US$ 100 millones para diseñar una arquitectura de mando y control adaptable para una división de infantería.

El consorcio incluye a Palantir Technologies y Microsoft, mientras que Lockheed Martin y L3Harris desarrollan prototipos alternativos. La estrategia es mantener varias líneas de desarrollo paralelas para comparar resultados y fomentar competencia, evitando los programas de proveedor único que dominaron el pasado.

La nueva frontera: el espacio como nodo de mando y control

La dimensión espacial es ahora un componente central del esfuerzo. Para unificar los datos provenientes de tierra, aire, mar y espacio en una sola imagen operativa, el Ejército necesita comunicaciones satelitales seguras, resilientes y de baja latencia.

Empresas como Kymeta Corporation ya participan en el programa, suministrando terminales satelitales de panel plano para garantizar conectividad móvil en zonas sin cobertura terrestre. El objetivo es reducir los plazos de desarrollo a la mitad: completar en dos o tres años lo que antes demoraba casi una década.

Esta convergencia entre defensa y espacio refleja una tendencia global, que apunta a la militarización de la infraestructura orbital como soporte esencial para la guerra en red.

En el combate moderno, la superioridad ya no depende solo del poder de fuego, sino de la velocidad de conexión. Las armas inteligentes, los vehículos autónomos y los sistemas de análisis basados en IA dependen de un flujo de información rápido y seguro.

El NGC2 busca justamente eso, crear una red capaz de enlazar sensores y operadores en segundos, incluso bajo ataque o en entornos sin infraestructura. Si logra consolidarse, podría redefinir la arquitectura de comunicaciones de todo el Departamento de Defensa y convertirse en un modelo para futuras fuerzas conjuntas.

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