La misión tripulada Shenzhou-20, que debía regresar a la Tierra esta semana tras completar seis meses de operación en la estación espacial Tiangong, continúa en órbita en medio de una inusual falta de información oficial. La China Manned Space Agency (CMSA) confirmó que el regreso fue suspendido luego de detectarse un posible impacto de basura espacial sobre la cápsula de retorno. Sin embargo, desde entonces no ha difundido nuevos partes ni fechas alternativas para el descenso.
El plan original preveía que los astronautas Chen Dong, Chen Zhongrui y Wang Jie completaran su rotación de misión y retornaran al Desierto de Gobi el 5 de noviembre, en paralelo al acoplamiento de la Shenzhou-21, que transportó a la tripulación de relevo. Sin embargo, la CMSA informó que “se realiza un análisis de impacto y evaluación de riesgos” para determinar la integridad del vehículo.
Desde entonces, las comunicaciones se limitaron a mensajes de rutina sobre el funcionamiento general de Tiangong, sin nuevas precisiones sobre el estado de la nave.

Riesgos de una colisión orbital
La basura espacial representa uno de los mayores desafíos para las operaciones en órbita baja. A velocidades que superan los 28.000 km/h, incluso fragmentos de pocos milímetros pueden generar daños severos en estructuras presurizadas, radiadores o escudos térmicos. Un impacto de ese tipo sobre el módulo de descenso podría afectar los paracaídas, los propulsores de frenado o los sellos de hermeticidad. Todos estos elementos son críticos para un retorno seguro.
Aunque China no divulgó la magnitud del incidente, fuentes internacionales de rastreo orbital detectaron en los últimos días un incremento de maniobras de ajuste en la estación Tiangong. Esto sugiere que se evalúan trayectorias alternativas o una eventual reconfiguración para futuras operaciones.

La CMSA dispone de protocolos de contingencia inspirados en las prácticas de la NASA y Roscosmos, que incluyen la posibilidad de utilizar la nave acoplada de relevo como vehículo de evacuación. En este caso, la Shenzhou-21, recién llegada con una nueva tripulación, podría cumplir esa función si la cápsula afectada no es segura. Sin embargo, una operación de ese tipo requiere un complejo proceso de reconfiguración de cargas, trajes y asientos personalizados, lo que explica parte del retraso.
A diferencia de la Estación Espacial Internacional, donde coexisten múltiples vehículos de escape —Dragon, Soyuz o Starliner—, Tiangong depende exclusivamente del sistema Shenzhou. Cada cápsula está diseñada para tres tripulantes, por lo que cualquier intercambio o rescate implicaría redefinir las condiciones de reentrada y modificar los protocolos de aterrizaje.
Los astronautas de Shenzhou-20, presuntamente varados
La CMSA mantiene un perfil reservado ante las emergencias, pero analistas del Instituto de Astronáutica de Pekín estiman que la agencia esperará a completar una inspección detallada mediante cámaras externas y sensores antes de autorizar cualquier desacople. Según reportes no oficiales, los astronautas continúan realizando actividades programadas a bordo, sin indicios de deterioro en los sistemas de soporte vital.
La demora, sin embargo, tensiona la coordinación de la estación, que ya debía iniciar una nueva fase de experimentos y mantenimiento a cargo de la tripulación entrante. Cada día adicional en órbita implica recalcular consumos de oxígeno, agua y alimentos, y el uso de las reservas de propelente para control de actitud.
Por ahora, los tres astronautas siguen a bordo de Tiangong en aparente normalidad. No están oficialmente “varados”, pero tampoco hay certezas sobre su retorno. Su misión, que debía cerrar con una rutina más de reingreso, se convertió en un recordatorio de la fragilidad de la seguridad orbital y de lo poco que se necesita para alterar la dinámica de un programa espacial.
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