Un 3 de noviembre, pero de 1957, se concretó una de las historias espaciales más llamativas de todas: el viaje de la perra soviética Laika al espacio.

En plena carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética, la perra se convirtió en el primer animal en orbitar la Tierra.

Sin embargo, desafortunadamente para Laika, esta misión fue un viaje de ida, ya que los soviéticos no diseñaron una forma de traerla de vuelta a la Tierra.

Así, con solo 7 días de oxígeno y un poco de comida a bordo, Laika se lanzó desde el cosmódromo de Baikonur en Kazajstán en un cohete ruso Sputnik.

Laika estaba viva cuando llegó a la órbita, pero murió poco después porque el escudo térmico de la nave espacial se había roto.

El experimento, que monitoreó los signos vitales de Laika, tenía como objetivo demostrar que un organismo vivo podría sobrevivir al ser lanzado a la órbita y continuar funcionando en condiciones de gravedad debilitada y mayor radiación, proporcionando a los científicos algunos de los primeros datos sobre los efectos biológicos de los vuelos espaciales.

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