En febrero de 2025, el conglomerado estatal Norinco presentó el vehículo blindado P60, diseñado para realizar misiones de apoyo de combate de forma autónoma a 50 km/h. El sistema utiliza DeepSeek, el modelo de inteligencia artificial que se ha convertido en el emblema tecnológico de China.
El lanzamiento marcó un punto de inflexión en la estrategia de defensa de Pekín, que busca integrar IA en sus fuerzas armadas en un contexto de creciente tensión con Estados Unidos. Documentos oficiales, patentes y licitaciones públicas muestran un plan sistemático para incorporar inteligencia artificial en el Ejército Popular de Liberación (PLA), con avances concretos en reconocimiento automático de objetivos, toma de decisiones táctica en tiempo real y coordinación autónoma de unidades.
Entre los proyectos más destacados figuran perros robóticos y enjambres de drones equipados con algoritmos de aprendizaje profundo capaces de detectar amenazas, limpiar zonas con explosivos y operar sin intervención humana directa. A la par, el ejército chino desarrolla centros de comando inmersivos y simuladores de guerra impulsados por IA. Estas plataformas evalúan miles de escenarios en cuestión de segundos y optimizan la planificación operativa con una velocidad imposible de alcanzar por equipos humanos.

El modelo de IA DeepSeek: la nueva herramienta estratégica china
El modelo DeepSeek se menciona en una docena de licitaciones del PLA durante 2025, superando ampliamente a otras IA nacionales como Qwen, de Alibaba. Su presencia responde a la política de soberanía algorítmica, que busca reducir la dependencia de tecnología occidental y consolidar una infraestructura digital controlada por el Estado.
DeepSeek fue utilizado por universidades e institutos de defensa chinos para evaluar más de 10.000 escenarios de batalla en menos de un minuto. Esta tarea, de manera tradicional, requeriría decenas de horas de planificación humana. Esa velocidad de cálculo permitiría acortar drásticamente el ciclo entre identificación de objetivos y ejecución de operaciones.
Chips en disputa: Huawei y Nvidia
A pesar de las restricciones impuestas por Estados Unidos, los chips de Nvidia siguen apareciendo en patentes y proyectos del complejo militar chino. Los registros no aclaran si se adquirieron antes de las sanciones, pero confirman su uso en sistemas de detección remota y entrenamiento de modelos.
En paralelo, el país ha intensificado la sustitución por chips Huawei Ascend, fabricados localmente, en respuesta a la presión de Pekín por impulsar hardware nacional. Algunas empresas, como Landship Information Technology, aseguran que sus plataformas —basadas en hardware Huawei— pueden identificar blancos a partir de imágenes satelitales y coordinar radares, drones y aeronaves para ejecutar ataques.
Carrera tecnológica y control humano
El desarrollo de inteligencia artificial militar en China avanza hacia sistemas cada vez más autónomos, capaces de operar en enjambres, compartir información táctica y ejecutar maniobras coordinadas sin intervención humana constante. Esta tendencia transforma la naturaleza del combate moderno. La velocidad de decisión pasa a depender más de los algoritmos que de los comandantes.
Pese a ello, las autoridades de defensa insisten en mantener un “control humano efectivo” sobre las armas automatizadas, buscando moderar la creciente alarma internacional sobre el uso de IA en escenarios bélicos. En paralelo, Estados Unidos acelera su propio programa de autonomía táctica, que apunta a desplegar miles de drones inteligentes antes de fin de 2025. Su objetivo es contrarrestar la ventaja numérica de China en sistemas no tripulados y mantener la superioridad tecnológica en el dominio aéreo.
La competencia entre ambas potencias ya no se mide solo en número de misiles o satélites, sino en quién domina primero la lógica de la decisión algorítmica. En esta nueva carrera armamentista, la IA se consolida como el campo de batalla invisible del siglo XXI, donde la ventaja no la otorgan los cañones, sino la capacidad de calcular antes que el adversario.
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