Científicos de distintas instituciones internacionales dieron un paso clave en el intento por confirmar la existencia de la materia oscura, esa sustancia invisible que, según estimaciones, representa más de una cuarta parte del universo. El avance surge del análisis de un tenue resplandor de rayos gamma detectado en las proximidades del centro de la Vía Láctea, una región que podría esconder la huella indirecta de esta forma de materia aún esquiva
Todo lo que el ser humano puede observar —desde planetas y estrellas hasta galaxias enteras— está hecho de materia ordinaria. Sin embargo, esa fracción visible constituye apenas el 5% del universo. El resto se reparte entre dos componentes enigmáticos: la materia oscura, que conformaría alrededor del 27%, y la energía oscura, responsable del 68% restante. La materia oscura no absorbe, refleja ni emite luz, pero deja su rastro gravitacional en el movimiento de galaxias y cúmulos.
Durante décadas, los científicos intentaron detectar de forma directa las partículas que la componen, sin éxito. Por eso, los estudios indirectos cobran cada vez más relevancia. Uno de ellos se basa en un exceso de rayos gamma medido por el telescopio espacial Fermi, que cartografió una gran extensión cercana al corazón de nuestra galaxia.
Dos posibles orígenes del resplandor
El exceso de rayos gamma observado desde la Tierra podría tener dos explicaciones. Una hipótesis sostiene que las emisiones provienen de colisiones entre partículas de materia oscura concentradas en esa región galáctica. La alternativa propone que el brillo sería la suma de la radiación emitida por miles de púlsares de milisegundo, estrellas de neutrones que giran a gran velocidad y producen luz en todo el espectro electromagnético.
Un nuevo análisis, publicado en la revista Physical Review Letters, evaluó ambas posibilidades mediante simulaciones avanzadas que modelaron la evolución de la Vía Láctea y la distribución esperada de materia oscura. El resultado fue sorprendente, ya que los datos experimentales encajan con la hipótesis de la materia oscura tan bien como con la de los púlsares.
El cosmólogo Joseph Silk, investigador de la Universidad Johns Hopkins y del Instituto de Astrofísica de París, destacó la importancia del hallazgo. “Comprender la naturaleza de la materia oscura que impregna nuestra galaxia y todo el universo es uno de los mayores desafíos de la física. Nuestros resultados aumentan las probabilidades de que la materia oscura haya sido detectada de manera indirecta”.
El estudio recuerda que los rayos gamma son la forma de radiación electromagnética de mayor energía y menor longitud de onda. Si las partículas de materia oscura fueran su propia antipartícula, al colisionar se aniquilarían completamente, liberando rayos gamma como subproducto. Este fenómeno coincidiría con la distribución espacial del brillo detectado cerca del centro galáctico, a unos 26.000 años luz de la Tierra.
La Vía Láctea misma habría nacido del colapso gravitacional de una vasta nube de materia ordinaria y materia oscura. Según Silk, la materia visible se enfrió y cayó hacia el centro, arrastrando consigo parte de la materia oscura. Esa dinámica explicaría por qué las señales más intensas de rayos gamma se concentran en el corazón galáctico.
Un misterio que se resiste
Aunque todavía no existe una detección directa, los avances recientes marcan un punto de inflexión en la búsqueda de la materia oscura. La coincidencia entre los modelos teóricos y los datos observacionales abre una nueva ventana para comprender la estructura profunda del universo. Cada nueva observación acerca a la ciencia a una respuesta que lleva décadas persiguiéndose: saber de qué está hecho, realmente, el 95% del cosmos que no podemos ver.
Tal vez te interese: Materia y energía oscura: El misterio más grande del universo