Por Melina Blanco
Uno de los mayores misterios de la ciencia planetaria es el origen del agua en la Tierra. Aunque hoy nos parece natural que más del 70% de la superficie esté cubierta por océanos, lo cierto es que en los primeros millones de años después de su formación nuestro planeta era un mundo árido y candente. El agua que conocemos tuvo que llegar —o preservarse— de alguna manera.
La pregunta central, planteada desde hace décadas, es: ¿Provino principalmente de los asteroides, de los cometas, o de una combinación de ambos?
Un descubrimiento reciente aporta una pieza inesperada al rompecabezas: el cometa 12P/Pons-Brooks contiene agua cuya “huella isotópica” coincide con la de los océanos terrestres. Se trata de la primera detección de este tipo en un cometa halleiano, lo que abre nuevas perspectivas sobre el papel de los cometas en la construcción de un planeta habitable.
El rompecabezas del agua terrestre
La Tierra se formó hace unos 4.500 millones de años, a partir de la acreción de polvo y rocas en la nebulosa solar. En esa etapa temprana, la intensa radiación y el calor interno dificultaban la retención de agua líquida. Se cree que buena parte del agua llegó posteriormente, en lo que se conoce como el “bombardeo tardío”, cuando asteroides y cometas impactaron masivamente sobre el joven planeta.
Los asteroides, en particular los carbonáceos del cinturón principal, poseen agua con una composición isotópica muy cercana a la terrestre, lo que los convirtió en candidatos favoritos. En cambio, la mayoría de los cometas analizados hasta ahora mostraban proporciones de deuterio/hidrógeno (D/H) mucho más elevadas, lo que parecía excluirlos de la historia del agua terrestre. Hasta hoy.
La “firma isotópica” del agua
El agua (H₂O) puede contener en su estructura un isótopo de hidrógeno llamado deuterio (D), que es como el hidrógeno normal pero con un neutrón extra en su núcleo. Cuando una molécula de agua contiene deuterio, se la llama agua pesada (HDO).
La proporción D/H en el agua funciona como una especie de huella digital cósmica: depende de las condiciones físicas de la nube donde se formó el hielo. Así, midiendo esa proporción en distintas fuentes (océanos, asteroides, cometas, nubes moleculares), los científicos pueden reconstruir el origen y la historia de los hielos en el sistema solar.
En la Tierra, la relación D/H es de aproximadamente 1,56 × 10⁻⁴. Hasta ahora, la mayoría de los cometas halleianos mostraban valores casi el doble, lo que sugería que su agua era distinta. Pero el cometa 12P/Pons-Brooks rompió esa tendencia.
El hallazgo
Usando el Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA), los astrónomos lograron por primera vez mapear en detalle el agua normal (H₂O) y el agua pesada (HDO) en la coma de un cometa. Esto les permitió identificar con precisión de dónde provenían esas moléculas: directamente del núcleo helado, y no de reacciones químicas posteriores en la nube de gas.
El valor medido fue (1,71 ± 0,44) × 10⁻⁴, estadísticamente indistinguible de la relación D/H terrestre. Para confirmar la observación, el equipo combinó los datos de ALMA con espectros obtenidos en el Infrared Telescope Facility (IRTF) de la NASA en Hawái. El resultado fue contundente: el agua del cometa es “compatible” con la de los océanos de la Tierra.
El cometa 12P/Pons-Brooks
Este cometa no es un desconocido. Descubierto en 1812 por Jean-Louis Pons y redescubierto en 1883 por William Brooks, pertenece a la familia de los cometas halleianos, con un período orbital de unos 71 años.
En 2024 se hizo famoso porque presentó repetidas explosiones de gas y polvo, que lo convirtieron en uno de los objetos más seguidos por astrónomos profesionales y aficionados. Gracias a ese brillo, pudo ser observado con gran detalle desde distintos observatorios.
Lo que pocos imaginaban era que, oculto en ese espectáculo celeste, 12P guardaba un secreto que conecta directamente con la historia de nuestros mares.
Qué significa este hallazgo
Durante décadas, la hipótesis de los cometas como portadores de agua quedó debilitada por las mediciones de D/H. Sin embargo, 12P demuestra que no todos los cometas son iguales. Algunos —quizás una fracción significativa— pueden contener agua con la misma composición isotópica que la terrestre.
Esto sugiere que el agua de la Tierra no provino exclusivamente de los asteroides, sino de una mezcla de fuentes. En ese mosaico, los cometas como 12P/Pons-Brooks podrían haber jugado un rol fundamental.
Voces de los científicos
- “Nuestros resultados proporcionan la evidencia más sólida hasta ahora de que al menos algunos cometas de tipo Halley transportan agua con la misma firma isotópica que la de la Tierra. Esto respalda la idea de que los cometas pudieron contribuir a hacer habitable a nuestro planeta.” — Martin Cordiner, NASA/ALMA, autor principal del estudio.
- “Al mapear H₂O y HDO en la coma, podemos demostrar que el agua se origina en el núcleo helado, y no en procesos químicos posteriores. Este es un avance clave para entender el origen de los volátiles en el sistema solar.” — Stefanie Milam, coautora.
Mirando hacia adelante
Este hallazgo es apenas el comienzo. Los astrónomos planean ampliar la muestra y medir la relación D/H en más cometas de diferentes familias:
- De Júpiter, con períodos cortos.
- Halleianos, como 12P y Halley.
- De la nube de Oort, los visitantes más lejanos.
Cada población tiene una historia distinta y, al comparar sus aguas, será posible reconstruir cómo se repartieron los hielos en el sistema solar primitivo.
En los próximos años, misiones como Comet Interceptor (ESA/JAXA, lanzamiento 2029) prometen estudiar en detalle un cometa virgen, que nunca haya pasado cerca del Sol, para comparar su agua con la terrestre.
Una mirada filosófica
Más allá de los números y espectros, este descubrimiento toca una fibra profundamente humana. Cuando contemplamos un cometa cruzando el cielo, solemos pensarlo como un visitante distante, un intruso pasajero. Y sin embargo, el análisis de 12P nos recuerda que quizás un fragmento de nosotros mismos ya viajó en ellos.
El agua que corre por nuestros ríos, la que respiramos en las tormentas y la que llevamos en nuestras células, pudo haber llegado en parte desde estos mensajeros helados. En cierto modo, cuando observamos un cometa, estamos mirando una de las fuentes de nuestra propia existencia.
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