El Reino Unido enfrenta un hostigamiento sostenido en el espacio. Según el comandante del UK Space Command, mayor general Paul Tedman, Rusia está interfiriendo semanalmente en la infraestructura satelital británica, especialmente en los satélites militares. En una entrevista con la BBC, Tedman explicó que Moscú lleva adelante maniobras de “sombreado”, una técnica que consiste en colocar un satélite ruso muy cerca de otro para interceptar sus comunicaciones o recolectar información.
El militar británico afirmó que los aparatos rusos cuentan con cargas útiles diseñadas para observar e incluso espiar satélites aliados. También confirmó que las fuerzas rusas están realizando acciones de jamming, un método que consiste en emitir señales en las mismas frecuencias utilizadas por los satélites británicos con el fin de bloquear o saturar sus transmisiones. Este tipo de ataque no provoca daños estructurales, pero interrumpe las comunicaciones hasta que cesa la interferencia. Las emisiones pueden provenir desde tierra, el mar, aeronaves o incluso desde otros satélites en órbita.
A estos procedimientos se suman tácticas más sofisticadas. Una de ellas es el uso de láseres para deslumbrar los sensores ópticos de los satélites, una forma de “cegarlos” temporalmente e impedir que capten imágenes o señales. Más grave aún es la amenaza de los misiles antisatélite de ascenso directo, capaces de destruir un blanco en órbita.
La nueva carrera armamentista espacial
El escenario no es nuevo. El 24 de febrero de 2022, el mismo día en que comenzó la invasión rusa a Ucrania, decenas de miles de usuarios europeos perdieron conexión a Internet tras un ciberataque al sistema Ka-Sat de la empresa Viasat. El ataque, dirigido contra la red satelital que brinda conectividad en Ucrania y gran parte de Europa, buscó interrumpir el servicio. Desde entonces, los incidentes en el ciberespacio se volvieron moneda corriente en los conflictos geopolíticos contemporáneos.
La amenaza no se limita a los satélites en órbita. Las estaciones terrestres que controlan esas plataformas también son objetivos vulnerables. Un ataque a los centros de comando puede dejar fuera de servicio a toda una constelación de satélites, afectando comunicaciones, navegación o servicios de observación. Investigadores alemanes advirtieron recientemente que, si un atacante logra acceso a los sistemas internos de un satélite, podría incluso alterar su trayectoria.
El Reino Unido no es el único perjudicado
Las tensiones no son exclusivas del Reino Unido. En septiembre, el jefe del Comando Espacial francés, mayor general Vincent Chusseau, reveló que la actividad hostil en el espacio incrementó desde 2022, especialmente por parte de Rusia. Interferencias electrónicas, láseres y ciberataques se han vuelto métodos comunes para alterar o espiar operaciones satelitales. Ese mismo mes, el general Christopher Horner, comandante de la 3ª División Espacial de Canadá, declaró que actualmente orbitan la Tierra más de 200 armas antisatélite.
Ante este panorama, el Reino Unido comenzó a reforzar su defensa espacial. El gobierno invirtió US$ 640.000 en el desarrollo de sensores capaces de detectar ataques con láser. Además, lanzó una nueva plataforma de software llamada Borealis, diseñada para monitorear y proteger satélites británicos y aliados frente a interferencias.
La cooperación entre aliados va más allá de las inversiones. Estados Unidos y el Reino Unido realizaron recientemente su primera maniobra espacial conjunta, en la que un satélite estadounidense fue reposicionado para inspeccionar uno británico y confirmar su correcto funcionamiento tras un posible intento de sabotaje. La operación simboliza una nueva etapa de colaboración en seguridad orbital.
Seguridad orbital: el nuevo frente geopolítico
El creciente número de incidentes confirma que el espacio se ha convertido en un nuevo frente de competencia estratégica. Lo que antes era un dominio reservado a la exploración y las telecomunicaciones hoy se integra a la defensa nacional y la inteligencia global. En una era en la que las economías, los ejércitos y hasta los sistemas financieros dependen de la infraestructura espacial, proteger los satélites es proteger, en definitiva, el pulso digital del planeta.
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