Australia aprobó 10 solicitudes de construcción de centro de datos, dando comienzo a una crisis comunitaria por la competencia hídrica. Así, los residentes del Estado de Nueva Gales del Sur temen quedarse sin agua frente al poderío de Microsoft, Amazon, AirTrunk y Blackstone.
Los gastos en construcción suman un total aproximado de US$ 4.350 millones para el país oceánico. Pero, a cambio, reducirán 9,6 gigalitros anuales de agua limpia (equivalente al 2% del suministro de Sidney).
Si bien la Ley Estatal de Australia prohíbe la construcción sin la mitigación en los recursos naturales, la mitad de las empresas aprobadas para construir centros no presentaron proyectos alternativos para el ahorro de agua. Los 10 centros combinados proyectan un gasto de hasta 135 gigalitos para el año 2035. Es decir, una cuarta parte del agua potable de la ciudad más grande y poblada de Oceanía.
La aprobación de los centros se contradice con la realidad que enfrenta la ciudad australiana. El agua potable fue y será un recurso escaso, debido a que existe una única presa y una sola planta desalinizadora.
Un problema anterior a la IA
La poca infraestructura dificulta el acceso a la población local en situaciones extraordinarias. En el año 2019 por ejemplo, 5,3 millones de habitantes fueron privados de utilizar agua para actividades como regar el jardín o lavar el auto hasta que terminaron la sequía y los incendios en Australia.
“Ya existe un déficit entre la oferta y la demanda”, afirmó Ian Wright, ex científico de Sydney Water y actual profesor de ciencias ambientales en la Universidad de Western Sydney.
El auge de los centros de datos, producto de la creciente demanda de IA e infraestructura informática, ha llevado a los gobiernos de Estados Unidos y Europa a restringir el acceso a sistemas de refrigeración basados en el uso del agua.
Será tarea de Australia encontrar una alternativa a los nuevos centros, que inundarán el país con dólares y tecnología pero llevarán sequía a los hogares.
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