Un satélite Starlink con transmisión de banda ancha se encontraba sobrevolando el 21 de agosto al oeste de China, cuando fue captado por las cámaras de uno de los satélites WorldView que orbitaba a 519 kilómetros de altitud. 

El satélite privado estadounidense de la empresa Maxar Technologies estaba vigilando la base aérea de Dingxin ubicada en el desierto de Gobi. Es una zona de operaciones ultrasecreta donde se llevan a cabo ejercicios aéreos de combate y testeo de drones. 

En la foto publicada por Susanne Hake, la gerente general de Maxar, podemos observar una flota de aviones en la pista de rodaje del desierto, y en el aire la nave espacial 33828 de Internet Starlink de SpaceX. Para que podamos dimensionar las casualidades, el satélite WorldView disparó la fotografía en el momento justo para poder capturar a un objeto que se encontraba volando a 8 kilómetros por segundo. 

“La física convirtió un desafío técnico de imágenes en arte accidental”, comentó Hake. “En este caso, un satélite Starlink pasó por nuestro campo de visión justo en el momento justo, mientras nuestros sensores estaban en plena recolección. Una alineación extraordinaria, dada la inmensidad del espacio y el hecho de que viajábamos a una asombrosa velocidad relativa de unos 1.400 metros por segundo”.

Una nueva era

Ignorando la epicidad de la fotografía, es una clara demostración de lo transitado que se encuentra el espacio cercano a la Tierra. Los casi 8.500 satélites activos del sudafricano Elon Musk han sido duramente criticados por las autoridades astronómicas.

En Chile por ejemplo, comunicaron que la luz solar reflejada por la megacostelación Starlink entorpece las capturas del Observatorio Vera Rubin.

Un satélite Starlink captado volando sobre la secreta base aérea de Dingxin en China el 21 de agosto de 2025 por uno de los satélites de observación de la Tierra WorldView Legion operados por la empresa estadounidense Maxar Technologies. 

Los efectos no solo son visuales sino que también interfieren con las observaciones de radiotelescopios. En otras palabras, el ruido de la electrónica interna de los satélites oscurece las frecuencias de observación. 

Lo que quedó demostrado con lo ocurrido es que es cuestión de tiempo para que empiecen las colisiones orbitales en las órbitas terrestres bajas. “Por eso, el conocimiento integrado del espacio ya no es solo un lujo, sino fundamental para el éxito de las misiones” sentenció Hake.

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