El próximo 23 de septiembre, SpaceX tiene en agenda un lanzamiento singular. Un Falcon 9 despegará desde el Centro Espacial Kennedy, en Florida, cargando tres naves científicas cuyo destino común será el punto de Lagrange 1 (L1), ubicado a 1,5 millones de km de la Tierra. Allí, bajo la luz solar constante, observarán el comportamiento del Sol y su impacto en el sistema solar.

IMAP: un mapa del borde del sistema solar

La misión principal es IMAP (Interstellar Mapping and Acceleration Probe) de la NASA, la primera diseñada para cartografiar el límite exterior de la heliosfera, esa burbuja magnética creada por el viento solar que protege a los planetas de los rayos cósmicos.

Con 10 instrumentos desarrollados en EE.UU. y 27 socios internacionales, IMAP no solo medirá viento solar, sino también el polvo interestelar y partículas cargadas. Sus datos describirán cómo funciona la frontera solar, y también servirán para alertar sobre tormentas de radiación con entre 30 y 60 minutos de anticipación.

“IMAP será capaz de avisar sobre tormentas dañinas con mayor rapidez que cualquier otra nave espacial, algo clave para las misiones Artemisa 2 y 3”, explicó Nicky Fox, directora asociada de la NASA.

El investigador principal de IMAP, David McComas, remarcó que los datos permitirán comprender “la física fundamental de la heliosfera” y cómo esta protege a la Tierra y a futuros viajeros espaciales.

IMAP NASA SpaceX
La misión IMAP estudiará la heliosfera, nuestro hogar en el espacio. Fuente: NASA/Universidad de Princeton/Patrick McPike.

SWFO-L1: un centinela del clima espacial

Junto a IMAP viaja el SWFO-L1, satélite de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) con el propósito de monitorear en tiempo real del clima espacial. Su información alimentará los modelos de pronóstico de la agencia para prevenir daños en satélites, redes de comunicación y sistemas eléctricos ante tormentas geomagnéticas.

Carruthers: explorando la exosfera terrestre

La tercera nave es el Observatorio Geocorona Carruthers de la NASA, antes conocido como GLIDE, cuyo objetivo es estudiar la exosfera, una tenue capa de hidrógeno que se extiende desde la alta atmósfera hasta casi la mitad de la distancia a la Luna.

“Ni siquiera sabemos su tamaño real, si es esférica u ovalada, ni su densidad exacta”, reconoció Lara Waldrop, científica de la Universidad de Illinois y responsable de la misión. Según la investigadora, entender la exosfera es clave para predecir la respuesta de la Tierra a tormentas geomagnéticas, así como para afinar los modelos de evolución planetaria aplicados a la búsqueda de exoplanetas habitables.

NASA
Ilustración de la nave espacial Carruthers Geocorona Observatory. Fuente: NASA/BAE Systems.

IMAP, SWFO-L1 y Carruthers: ciencia y protección para el futuro

El trío de satélites representa un esfuerzo conjunto para integrar observaciones solares y terrestres. Además de mejorar la capacidad de pronóstico espacial, sus hallazgos serán vitales para las misiones humanas que abandonen la órbita baja, donde la magnetosfera ya no brinda suficiente protección radiológica.

La ventana de lanzamiento se abre a las 8:32 a.m. (hora de Argentina) del 23 de septiembre. Si todo marcha según lo previsto, la NASA y la NOAA contarán con nuevas herramientas para observar el Sol y proteger a la Tierra, justo cuando comienza una nueva era de exploración más allá de la Luna.

Tal vez te interese: La NASA selecciona a SpaceX para lanzar la misión exoplanetaria Pandora

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí