La NASA dió un gran paso en la construcción del telescopio espacial Nancy Grace Roman, uno de sus proyectos insignia para la próxima década. En el Centro de Vuelo Espacial Goddard, ingenieros instalaron dos paneles del parasol interno, esenciales para resguardar los instrumentos científicos del telescopio. Su función es bloquear la radiación solar, que podría saturar los sensores infrarrojos que detectarán señales extremadamente débiles desde los confines más remotos del universo.
“Es como ponerle un protector solar de potencia extrema”, explicó Matthew Stephens, ingeniero aeroespacial de la agencia espacial.

Este avance llega en un contexto delicado: la propuesta presupuestaria federal para el año fiscal 2026, impulsada por la administración Trump, plantea grandes recortes a la NASA. De aprobarse, podrían afectar gravemente la integración, pruebas y operaciones de Roman, cuyo lanzamiento está previsto para mayo de 2027.
La misión ya atravesó períodos de incertidumbre financiera, y una nueva reducción de fondos pondría en riesgo décadas de desarrollo, inversión y planificación.
Cómo es y para qué sirve el nuevo parasol del Nancy Grace Roman
Los paneles recién instalados forman parte del parasol del instrumento inferior, que se suma al parasol del conjunto solar y a la cubierta de apertura desplegable. Juntos conformarán una barrera térmica que mantendrá estables y fríos los detectores del telescopio mientras éste observe el universo en luz infrarroja.
Los paneles son de tipo “sandwich” y miden 2,1 metros por lado. Están confeccionados para soportar la transferencia de calor entre el lado expuesto al Sol, que puede superar los 100 °C, y el lado a la sombra, que desciende hasta los -135 °C.
Además, el aislamiento se completa con una manta térmica de polímero especial, con 18 capas en total.

Con esta nueva instalación, el segmento interno del Roman queda completo y listo para el siguiente paso: una serie de ensayos que pondrán a prueba su capacidad para soportar las severas condiciones del espacio. El más exigente será una prueba de vacío térmico de 70 días, que recreará las temperaturas extremas y el entorno sin aire que encontrará en órbita.
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