El mismo cometa que hace apenas unas semanas encendió las alarmas y despertó la curiosidad de la comunidad científica mundial vuelve a ser noticia. El Telescopio Espacial Hubble, operado por la NASA y la ESA, capturó la imagen más detallada jamás obtenida de 3I/ATLAS, el visitante interestelar que atraviesa nuestro Sistema Solar a una velocidad asombrosa.
Gracias a las observaciones del Hubble, los astrónomos pudieron estimar con mayor precisión el tamaño de su núcleo sólido. Aunque la distancia y la complejidad de la imagen impiden verlo directamente, los cálculos estiman su diámetro en 5,6 km, con un margen de variación de 320 metros.
El análisis se complementa con datos del Telescopio Espacial James Webb, que en futuras campañas permitirá desentrañar la composición química del cometa y aportar pistas sobre los elementos que lo forman.
El Hubble también registró un penacho de polvo emergiendo de la cara iluminada por el Sol, y una cola que se extiende desde el núcleo. Es un comportamiento típico de los cometas que viajan a grandes distancias del Sol, pero en el caso de 3I/ATLAS hay una diferencia fundamental. Su origen está más allá de nuestro Sistema Solar, lo que lo convierte en un espécimen raro y valioso para la ciencia.
La tasa de pérdida de polvo coincide con la de otros cometas observados a unos 480 millones de km del Sol, reforzando la idea de que, aunque su procedencia es extraordinaria, sigue patrones familiares para los astrónomos.
Una travesía a velocidad récord
3I/ATLAS, descubierto el 1 de julio de 2025, recorre nuestro vecindario cósmico a unos 210.000 km/h, una marca que lo coloca entre los objetos más veloces jamás observados en tránsito por el Sistema Solar. Esta velocidad es el resultado de un viaje de billones de años, acelerado por encuentros con estrellas y nubes interestelares que fue encontrando en su camino.
En el momento de su descubrimiento, se encontraba a 675 millones de km del Sol. Será visible desde telescopios terrestres hasta septiembre de 2025, luego pasará detrás del Sol y quedará oculto a la observación. Se espera que reaparezca a comienzos de diciembre, ofreciendo una segunda oportunidad para seguir de cerca su evolución.
Los resultados de estas observaciones serán publicados en The Astrophysical Journal Letters y ya están disponibles en línea a través de la Universidad de Cornell. Más allá de los datos técnicos, este hallazgo es un recordatorio de que, incluso en un Sistema Solar que creemos conocer bien, todavía pueden aparecer visitantes que nos conectan con regiones remotas e inexploradas de la galaxia.
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