Por primera vez en la historia, contamos con evidencia concreta y global de que la Tierra está perdiendo agua dulce a un ritmo alarmante. Así lo muestran dos décadas de observaciones satelitales realizadas por las misiones GRACE de la NASA, que detectan variaciones en la gravedad terrestre asociadas a la distribución de masas, incluyendo las reservas de agua subterránea y superficial.
Un equipo de científicos de la Universidad Estatal de Arizona puso en evidencia que la pérdida de agua continental ya contribuye más al aumento del nivel del mar que el derretimiento de los hielos polares. El estudio, publicado en Science Advances, advierte que incluso regiones que antes tendían a volverse más húmedas han comenzado a secarse, o al menos dejaron de ganar humedad al ritmo observado en décadas anteriores.
Un planeta cada vez más seco
Desde 2002, las zonas del planeta que sufren pérdida de agua terrestre aumentan año tras año. Esto incluye la desaparición de agua en lagos, ríos y, sobre todo, acuíferos subterráneos, una fuente crítica de abastecimiento en muchas regiones del mundo.
Los investigadores identificaron un patrón claro: vastas regiones del hemisferio norte, como la costa oeste estadounidense, América Central, el Medio Oriente y el sudeste asiático, están enfrentando una desecación masiva. En consecuencia, alrededor del 75% de la población mundial vive actualmente en zonas con pérdida de agua dulce.
Los autores señalan que la sobreexplotación de los acuíferos subterráneos es el factor más importante detrás de esta crisis, potenciado por los efectos del cambio climático. Sequías prolongadas en Europa, deshielo del permafrost en regiones árticas, y fenómenos extremos como el Niño 2014-2016 —un calentamiento anómalo de las aguas del Pacífico ecuatorial que alteró el clima global durante más de dos años— han agravado la situación.

(A) Tendencias en el almacenamiento total de agua terrestre (TWS) expresadas en centímetros por año (cm/año), desde febrero de 2003 hasta abril de 2024. Las mega-regiones (zonas con una tendencia inferior a −0,2 cm/año) están delineadas en negro y numeradas del 1 al 4.
(B) Suma zonal de las tendencias de TWS para todas las regiones (línea negra) y para las regiones no glaciadas (línea roja).
Una amenaza que no se revierte en escalas humanas
La pérdida de agua no solo avanza, se vuelve irreversible en muchos casos. Entre los recursos más afectados están los acuíferos subterráneos, que una vez agotados, no se regenera en tiempos compatibles con la vida humana. Su reposición puede tardar siglos o milenios. Por eso, los investigadores describen esta situación como una amenaza crítica para la humanidad.
“El bombeo excesivo de aguas subterráneas no solo acelera la pérdida de reservas, sino que amplifica los impactos del aumento de temperaturas”, alertan los autores. “Es un recurso intergeneracional que está siendo mal gestionado por las generaciones actuales, a un costo inmenso para las generaciones futuras”.
Mientras el mundo sigue calentándose y las reservas se agotan en silencio bajo nuestros pies, el margen de acción se achica cada vez más. Proteger las reservas de agua subterránea, mejorar su gestión y reducir la sobreexplotación ya no son opciones, son urgencias planetarias.
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