Un estudio, encargado por el Pentágono a la Rand Corporation, sostiene que el ejército estadounidense está perdiendo terreno en el campo de batalla de la información digital frente a sus principales rivales: China y Rusia. Según el informe, el Departamento de Defensa de EE.UU debe adoptar de forma urgente y masiva herramientas de inteligencia artificial para hacer frente al avance de sus mayores adversarios en las operaciones de influencia y guerra psicológica.
Ambas superpotencias ya incorporaron capacidades de machine learning y modelos generativos de IA a gran escala, lo que les permite desplegar campañas de desinformación y propaganda más ágiles, extensas y personalizadas que las que puede realizar actualmente el ejército norteamericano.
El nuevo campo de batalla: la información
Las operaciones de influencia no son nuevas para el ejército estadounidense. Desde hace años, se usan para informar, persuadir o desacreditar a través de mensajes dirigidos. Pueden ir desde panfletos lanzados en zonas de conflicto hasta intervenciones contra campañas de noticias falsas en redes sociales.
Pero hoy, el ritmo es otro. Las narrativas falsas se viralizan en minutos, y eso exige respuestas inmediatas. El informe de Rand sostiene que el Pentágono necesita herramientas más veloces para identificar estos contenidos, neutralizarlos y generar sus propios mensajes con precisión.
Por ejemplo, se menciona que cifras falsas de víctimas civiles difundidas por Hamás siguen circulando en redes, incluso cuando ya fueron desmentidas por fuentes confiables. En esos casos, una reacción lenta significa perder la batalla del relato.
¿Cómo puede ayudar la IA?
La inteligencia artificial puede acelerar y mejorar la forma en que se crean y distribuyen mensajes. Según el informe, hay sistemas capaces de generar contenido visual y textual adaptado a públicos específicos en tiempo real.
Uno de los ejemplos más llamativos es el sistema experimental Ghost Machine, que clona voces para imitar a líderes enemigos, para intentar desinformar o persuadir a rendirse a través de mensajes personalizados. También se probó en escenarios donde la IA ayuda a crear mensajes dirigidos a grupos radicalizados, como parte de estrategias de desradicalización.
Aunque el informe destaca el potencial de la IA, también advierte sobre los riesgos de usarla de forma indiscriminada. Copiar el estilo de propaganda masiva de Rusia y China puede ser contraproducente.
“Ellos trabajan con cantidad, nosotros apuntamos con calidad”, dijo un especialista militar a Rand. Demasiado contenido puede generar desconfianza en lugar de convencer.
Conclusión: una carrera que ya empezó
La guerra informativa ya no es un frente invisible: es una realidad cotidiana, veloz y estratégica. Si Estados Unidos quiere mantenerse en carrera, no alcanza con tecnología de punta: necesita usarla con inteligencia, criterio y precisión. La IA puede ser su mejor aliada, siempre que no se confunda cantidad con efectividad.
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