China acaba de dar un paso audaz en su camino hacia la conquista lunar, completando una instalación experimental que simula las condiciones subterráneas de la Luna. Para ello, utilizaron un tubo de lava volcánica real –una cueva volcánica con forma de túnel, formada en el interior de una colada lávica–, ubicado en una región boscosa cerca del lago Jingbo, provincia de Heilongjiang, al noreste del país.

La elección del lugar no es casual. Investigaciones recientes indican que tanto la Luna como Marte podrían albergar sistemas de tubos de lava formados por antiguas erupciones volcánicas. Estos túneles naturales serían clave para futuras misiones humanas, ya que podrían ofrecer protección frente a la radiación espacial, las temperaturas extremas y el bombardeo de micrometeoritos.

“El sistema de tubos de lava junto al lago Jingbo es el entorno más parecido en la Tierra al subsuelo lunar. Nuestra intención es que esta investigación pionera aporte conocimiento útil al programa de exploración lunar de China”, explicó Li Jiaqi, investigadora de la Universidad de Pekín.

El proyecto forma parte de la ambiciosa hoja de ruta de China para explorar y eventualmente establecer presencia en la Luna.

Robots para explorar bajo la superficie lunar

El entorno volcánico está siendo utilizado como banco de pruebas para robots experimentales, diseñados para realizar tareas de exploración autónoma y operaciones multifuncionales bajo condiciones similares a las del subsuelo lunar. A diferencia de los tradicionales rovers lunares, estos nuevos robots están pensados para operar en terrenos irregulares y sin visibilidad directa del cielo.

“Estos sistemas tienen una adaptabilidad ambiental y una flexibilidad muy superior”, detalló Li Xianglong, estudiante de doctorado del Instituto de Tecnología de Harbin. “Pensando en futuras misiones al subsuelo lunar, buscamos que cuenten con capacidades más precisas de percepción, toma de decisiones y ejecución de tareas”.

Además, los investigadores instalaron sismómetros en la zona de pruebas, para recopilar datos que puedan servir como referencia para experimentos similares en el futuro lunar. De hecho, la misión china Chang’e 7, programada para 2026 con destino al polo sur de la Luna, llevará un sismógrafo a bordo. Este instrumento buscará registrar actividad sísmica provocada por fuerzas de marea terrestres y variaciones térmicas sobre la superficie lunar.

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