En un ensayo espectacular y ruidoso, la NASA y Northrop Grumman realizaron una prueba estática de encendido a gran escala de uno de los motores del cohete SLS (Space Launch System). Durante más de dos minutos, el propulsor desató toda su fuerza desde el desierto de Utah, alcanzando un empuje colosal de 1,76 millones de kilos. La prueba marcó un hito clave en el camino hacia el regreso de astronautas a la Luna con las misiones Artemisa.

El más potente de su tipo

Este propulsor de combustible sólido no es uno más. Con 54 metros de largo y 3,6 de diámetro, es el segmentado más grande jamás construido por la NASA.

A diferencia del modelo usado en el Transbordador Espacial, que tenía cuatro segmentos, este diseño incorpora un quinto módulo. Esa sección adicional permite aumentar el empuje total del motor, haciéndolo capaz de lanzar naves más pesadas. Es una mejora crucial para el programa Artemisa, que planea llevar nuevamente astronautas a la superficie lunar a bordo del cohete SLS.

Cada cohete SLS usará dos de estos gigantes, funcionando como impulsores laterales que acompañan a la etapa central durante los primeros minutos del ascenso.

Motor cohete de combustible sólido utilizado en el Transbordador Espacial de la NASA.

Una prueba clave en tierra firme

La prueba formó parte del programa BOLE (Booster Obsolescence Life Extension), una iniciativa de la NASA y Northrop Grumman para actualizar el diseño de los propulsores sólidos, con el objetivo de extender su vida útil, reducir costos y mejorar su rendimiento. El ensayo, denominado DM-1 (Demonstration Motor-1), fue la primera prueba en tierra a escala real del nuevo modelo con cinco segmentos.

La ignición se llevó a cabo en las instalaciones de Northrop Grumman en Promontory, Utah, el mismo lugar donde se fabrican estos motores.

Aunque el encendido cumplió con los objetivos principales, un detalle inesperado captó la atención de los ingenieros. Unos 15 segundos antes del apagado, la boquilla del motor pareció soltarse, liberando fragmentos visibles acompañados de una brillante llamarada.

A pesar de esta anomalía, la NASA calificó la prueba como exitosa. El test brindó datos fundamentales para ajustar el diseño de cara a las próximas misiones Artemisa, en las que estos propulsores serán clave para despegar desde la Tierra rumbo al espacio profundo.

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